MIRADOR
La ratonera
Si el Gobierno cree mantenerse a toda costa es una obligación, tendrá que ceder más y más
Cristina Pardo
Periodista
Cristina Pardo
"La obligación de todo Gobierno es mantenerse". Esa frase, en mi opinión escandalosa, es de la portavoz del Ejecutivo, Isabel Celáa. Respondía así, tras el último Consejo de Ministros, a las dudas sobre la viabilidad de la legislatura en caso de que el PSOE no pueda sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado. Tengo mis dudas de que mantenerse a toda costa sea una obligación. Tampoco tengo claro con quién y por qué se contrae dicha obligación, en una democracia en la que se vive la alternancia con normalidad.
En todo caso, lo que viene a decir el Gobierno es que le da igual el apoyo de los independentistas. Si no puede sacar adelante las cuentas, decretazos y a correr. En el fondo, es lo más cómodo para todos. Pedro Sánchez podrá buscar el apoyo puntual de, entre otros, PDECat y ERC cuando sea para sacar iniciativas electoralmente rentables. A veces parece que el Gobierno ha optado por ese camino cuando ha visto que, hiciera lo que hiciese, los nacionalistas catalanes no iban a dar su brazo a torcer.
La Abogacía del Estado redujo su petición de penas para los encausados y al juez que iba a presidir el juicio, de tendencia conservadora, le han dado una patada hacia arriba. Todo esto en pleno proceso de negociación de los Presupuestos. Quizá estamos ante una casualidad, pero no lo parece. Da la sensación de que Sánchez pensó que con él cambiarían las cosas. Ahora llego yo a la Moncloa y en lugar de ser un presidente sordo y mudo como Mariano Rajoy, voy a sentarme a dialogar con Quim Torra. Ya verás qué bien. Y no está resultando.
Porque los independentistas, empujados por su público, no pueden vender ya nada que no suponga mantenerse en el desafío. Y además, ellos también tienen que velar por sus intereses en las próximas elecciones. Cuando uno empieza a hablar de listas, es que ya se barruntan las urnas (legales) en el horizonte. Sí me parece acertado que los socialistas se sienten a hablar con Torra siempre que haya oportunidad. Es una obviedad, pero los políticos están para resolver problemas y para eso, es necesario dialogar hasta el aburrimiento.
Lo único que le queda ya a Sánchez es dejarse llevar por Miquel Iceta a posiciones del pasado, cuando el PSC defendía el referéndum. Yo ya no descarto nada, porque si algo nos ha enseñado el presidente socialista es que se puede defender una cosa hace meses y la contraria ahora, y todos tan panchos. Sin embargo, sigue dando la sensación de que Sánchez se mueve mucho más que sus interlocutores en Catalunya. Como relato político, puede ser eficaz para él. Porque, por aquello de decirlo todo, el mensaje del líder del PP cuando sostiene que Susana Díaz lleva en las listas a Quim Torra, no se lo cree nadie, francamente.
Si realmente el Gobierno está convencido de que mantenerse a toda costa es una obligación, tendrá que ceder más y más. Pero, si de verdad quisiera mejorar la vida de todos, Sánchez convocaría elecciones para ver si los españoles le amplían el margen de maniobra. Esto es un sinvivir.
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