Opinión | EDITORIAL

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La inaplazable reforma de la justicia

El poder judicial necesita con urgencia abrir las ventanas de sus estamentos

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Afirma el catedrático Jordi Nieva Fenoll en el artículo que publica EL PERIÓDICO que “es tiempo de reformas [en el mundo judicial] a fin de que la luz pública refleje debidamente la excelencia y pulcritud de la enorme mayoría del colectivo judicial”. En efecto, el estamento judicial en España no vive su mejor momento. En unos tiempos de crisis de la estructura democrática de la que se dotó el país en la transición, desde la representatividad de los partidos políticos a la estructura territorial del Estado, pasando por la propia jefatura del Estado, la judicatura no se escapa de las críticas por parte de una parte importante de la ciudadanía.

El espíritu contestatario del 15-M, que ha sacudido el poder político, el económico y también en el mediático, apunta ahora hacia la justicia. Sentencias como la de 'la Manada', giros incomprensibles como el del Tribunal Supremo (TS) con las hipotecas, fallos europeos que enmiendan la plana a los tribunales españoles (el Tribunal de Justicia de la UE sobre las cláusulas suelo, esta misma semana la del Tribunal de Derechos Humanos de la UE sobre el juicio de Arnaldo Otegi), la instrucción del ‘procés’, con esa prisión preventiva tan difícil de justificar y el discutido y discutible delito de rebelión… son argumentos que se suman para que algunos dibujen una justicia española poco democrática, de baja calidad, oscura, sujeta al poder político y económico y muy conservadora, cuando no directamente heredera o nostálgica del franquismo.

Muchas de las críticas están más que justificadas. Pero de la misma forma que no todos los políticos son iguales, todos los partidos no son corruptos y todas las instituciones no son ineficaces, no todos los jueces son de derechas, machistas, fuertes con el débil y débiles con el fuerte. El poder judicial necesita con urgencia abrir las ventanas de sus estamentos, primar la meritocracia, mejorar la formación, evitar las cuotas partidistas y establecer mecanismos para que la independencia del juez no signifique arbitrariedad o apriorismos ideológicos. Pero también necesita que la política asuma su responsabilidad, tan pernicioso es politizar la justicia como judicializar asuntos que son políticos. Que la justicia española necesite reformarse no implica que España sea una democracia de baja calidad. No hay que confundir crítica con populismo.