NÓMADAS Y VIAJANTES

Una posibilidad de frenar a Trump

La batalla más realista está en la Cámara de Representantes, donde los demócratas podrían bloquear el programa de Trump, como los republicanos bloquearon el de Obama en el 2010

donald trump

donald trump / periodico

Ramón Lobo

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No esperen milagros, suéñenlos si quieren, pero en voz baja. El Senado será para los republicanos. Ya lo dominan 51-49 pese a que los dos senadores independientes suelen votar junto a los demócratas. De los 33 escaños en liza este martes (cada dos años se renueva un tercio de la cámara), 25 están ocupados por republicanos. Para ganar la Cámara Alta, los demócratas deberían conservar sus ocho puestos y sumar otros dos. Según las encuestas existe un 10% de posibilidades de que lo consigan.

La batalla más realista está en la Cámara de Representantes, que se renueva en su totalidad cada dos años. Desde ella podrían bloquear el programa de Trump, como los republicanos bloquearon el de Obama en el 2010. Según las mismas encuestas, existe un 80% de posibilidades de que los demócratas mejoren entre 20 y 60 escaños. Necesitan 24 para obtener el control. Los sondeos predicen un resultado ajustado. La pelea es voto a voto.

Aún puede haber sorpresas porque en algunos distritos apenas hay diferencias. Dependerá de si los ciudadanos que prefirieron quedarse en casa antes que apoyar a Hillary Clinton han aprendido la lección. Si Trump perdiera la Cámara Baja, prepárense para cualquier barbaridad, hablará de robo electoral, de golpe de Estado, de conspiración.

El presidente ha multiplicado su presencia en mítines. Es donde le gusta estar, encaramado en el escenario y rodeado de gente que lo adora, y no en el Despacho Oval decidiendo sobre asuntos complejos que ni entiende ni le interesan.

Masas entregadas

En sus prédicas a las masas entregadas, y a través de su cuenta de Twitter, ha incrementado en varios decibelios el insulto, agitando el miedo al migrante que "viene a robar el trabajo a los buenos americanos y a delinquir". Utiliza vídeos manipulados para acusar a los demócratas de crímenes cometidos por otros, por permitirles permanecer en el país.

Promete un muro de soldados (ya que el otro, el físico, sigue sin noticias de que México lo vaya a pagar) para impedir la entrada en el país de la caravana de hondureños que viaja por México hacia la frontera. Ha llegado a decir que entre ellos van árabes, y declarado la emergencia nacional. Para Trump, como dijo 'The Washington Post', emergencia nacional es todo lo que él decide que sea.

El martillo constante del odio podría volverse contra él. Hay batallas interesante en Texas y Florida. Veremos el peso que tiene el movimiento estudiantil contra las armas en este último Estado. No esperen grandes vuelcos porque también manda el dinero, las donaciones a las campañas. Al hablar y escribir sobre Trump olvidamos que mantiene un fuerte apoyo en sus caladeros de votos en la América blanca rural. No deberíamos medirle bajo los parámetros de los anteriores presidentes. Él es una anormalidad en la cadena de creación de líderes.

El odio se salió de la caja de los 280 caracteres de Twitter y ensució la calle, en la que pululan personas como Cesar Sayoc, blanco, norteamericano y seguidor de Trump. Para vengar a su héroe decidió enviar 13 bombas caseras a varios de sus enemigos, como el exvicepresidente Joe Biden, el actor Robert de Niro y el financiero George Soros, convertido por Trump en una amenaza a la democracia. Soros es de origen judío. En la retórica del presidente hay un tufo antisemita, por muy amigo que sea de Benjamín Netanyahu, otro que baila en el equipo de la extrema derecha mundial, lo mismo que Bolsonaro.

Personaje patológico

El atentado de Pittsburg contra una sinagoga, que causó la muerte a 11 personas, no es ajeno a este clima. Como fue un blanco estadounidense llamado Robert Bowers armado con un AR-15 comprado sin trabas no ha sido necesario hablar de terrorismo, ni de musulmanes, ni bombardear a nadie. Trump repitió su teoría de que si los feligreses hubieran estado armados esto no habría pasado. Fue a Pittsburg a rendir tributo a las víctimas, pero la comunidad le dejó claro que no era bienvenido.

Estamos ante un personaje patológico, capaz de llamar a la unidad de los estadounidenses e insultar en el mismo discurso a los demócratas. No sabemos cómo respirarán el rencor y el miedo cuando se vean cara a cara con las papeletas, si reforzarán las posiciones de los republicanos, tan echados al monte como su presidente, o votarán demócrata para acabar con la pesadilla, y evitar que EEUU se deslice hacia la distopía imaginada por Margaret Atwood en 'El cuento de la criada'. Ya lo dijo Charles De Gaulle, “en las elecciones estadounidenses deberíamos votar todos porque su resultado afecta a todos”. No les digo cuál sería mi voto porque es secreto.