Dos miradas

Escolio

En el trasfondo de las palabras de Agustí Colomines, un escolio, una nota a pie de página: si hubiéramos pensado en los muertos, tal vez la cosa se habría acelerado. ¿Tenemos que deducir que el experimento ha fracasado?

Quim Torra y Agustí Colomines

Quim Torra y Agustí Colomines / periodico

Josep Maria Fonalleras

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Las declaraciones de Agustí Colomines tienen dos problemas fundamentales. La primera es el tono, un aire de suficiencia, de persona que, implicada con el poder, está por encima del bien y del mal, capaz de emitir opiniones sesudas con un aire displicente y de ostentación. La segunda, proviene de la primera. Él, que es historiador, comete el error de hablar de las cosas que pasan ahora como si ya fueran un pasado que se pudiera estudiar con la sangre fría de quien lo analiza al cabo de un tiempo. Usa un presente que no toca. Dentro de unos años, acabe como acabe todo esto (si es que acaba alguna vez), podremos decir que la cosa terminó sin muertos, un detalle nada despreciable; de hecho, una excelente noticia, todos estaremos de acuerdo.

El problema emerge cuando Colomines cita esta circunstancia como una estrategia. Prevista, estudiada. ¿Folklórica, tal vez? Alguien decidió hacer "un experimento" que consistía en "intentar una independencia sin un solo muerto". Un experimento. Es decir, algo que no se había hecho nunca antes. A ver qué pasa. "Hemos decidido que no queremos", como si un sanedrín hubiera convocado una reunión y hubiera planificado la maniobra. En lugar de hacer como todas las demás revueltas del mundo, los catalanes hemos querido ser peculiares, singulares. Mira, qué gracia. Y, en el trasfondo, un escolio, una nota a pie de página: si hubiéramos pensado en los muertos, tal vez la cosa se habría acelerado. ¿Tenemos que deducir que el experimento ha fracasado?