Al contrataque
Los 'nininis'
Hay una generación entera que ha crecido sabiendo muy bien cuáles eran sus derechos, reclamándolos a todas horas y que, en cambio, no parecen ser muy consciente de sus deberes
Najat El Hachmi
Escritora
Najat El Hachmi
La Audiencia Provincial de Albacete ha retirado la pensión de alimentos de 600 euros que tenía que pagar un padre a su hija de 24 años por "aprovechamiento nulo" de sus estudioshija de 24 años. Se ve que la 'niña' se ha pasado tres cursos haciendo segundo de bachillerato sin aprobar ni una sola asignatura. La pensión de alimentos nació como un derecho de los hijos en caso de divorcio y de deber de sostenimiento de los padres, pero su finalización está sujeta a la independencia del descendiente y no a su mayoría de edad, lo cual tiene sentido si tenemos en cuenta que a los 18 años pocos jóvenes pueden ser independientes económicamente, sobre todo si optan por cursar estudios superiores. Pero una cosa es labrarse un futuro y la otra es aprovecharse descaradamente los padres. ¿Quién quiere ponerse a trabajar con 600 euros mensuales libres de gastos?
Y es que hay ninis, que son los que ni estudian ni trabajan, sea porque han fracasado escolarmente y no encuentran trabajo, sea porque han terminado los estudios y no han conseguido colocarse o porque la precariedad de los contratos los ha devuelto al paro. Se puede ser nini sin ninguna voluntad de serlo. Los datos de empleo juvenil son bajísimos, las oportunidades escasas y las motivaciones para estudiar mínimas, dado que muchos de los que han cursado una licenciatura trabajan por el salario mínimo.
Pero hay otros que no son ninis sino nininis, los que ni trabajan, ni estudian ni tienen la más mínima intención de hacer ninguna de las dos cosas. Se toman como excusa el panorama actual para convertirse en parásitos que se aprovechan del deber parental de sostenerlos hasta puntos inverosímiles como el de la mencionada "estudiante". ¿Y qué quieren? Desde pequeños que les hemos dicho que eran el centro del mundo. Hijos únicos, nietos únicos, sobrinos únicos, protagonistas absolutos de infancias llenas de regalos, de fiestas de cumpleaños, criados por padres culpabilizados por tener que trabajar que les consentían lo que generaciones anteriores habrían considerado faltas de educación imperdonables. Lo han tenido todo: consolas, ordenadores, móviles desde los 10 años, buena ropa, buena comida, ocio de todo tipo. Si el mundo está al alcance a golpe de clic, si no hay ni que salir de casa para relacionarte, si puedes consumir los contenidos que quieras sin moverte de tu habitación, ¿por que deberías tener la necesidad de salir a ganarte el pan? El esfuerzo es el impulso de los hambrientos, de los que no han tenido nada. Tenerlo todo mata el deseo.
Hay una generación entera que ha crecido sabiendo muy bien cuáles eran sus derechos, reclamándolos a todas horas y que, en cambio, no parecen ser muy consciente de sus deberes. Y eso que desde P3 que les empezamos a enseñar a ser autónomos.
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