Opinión | Editorial
De los gestos a las palabras
Si lo que se pretende es forzar la situación simulando un nuevo portazo de la Moncloa, la entrevista de Torra con Sánchez no servirá para nada
Una gran expectativa rodea la primera entrevista entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de la Generalitat, Quim Torra. Los gestos previos han despertado muchas pasiones en sus respectivos espacios políticos. El camino para desescalar el conflicto entre los independentisas y el Estado no es fácil. Ha habido mucho inmovilismo y muchos menosprecios; se han saltado leyes y se ha dejado entrar a la política en el perímetro de la justicia; se han manejado mentiras y medias verdades; se han confundido los deseos con la realidad; se han pervertido las instituciones y muchas cosas más. Hay políticos en la cárcel, causas judiciales abiertas, resquemores y desconfianzas. Todo eso no se va a arreglar en una charla, por mucho que se afronte "sin cortapisas".
Encuesta reveladora
Lo mejor que podría pasar es que esta entrevista emplace a la siguiente. Sería el síntoma de que hay alguna probabilidad de pasar del diálogo a la negociación. Torra ha tenido una trayectoria confusa. Ha combinado los desplantes institucionales como el de Washington con la distensión en la última sesión de control en el Parlament. Pero sigue secuestrado por los elementos más irracionales del independentismo. Torra representa una facción del independentismo que no accepta los errores y las impotencias de sus comportamientos tras el 1-O ni la compleja realidad de la sociedad catalana. El sondeo del GESOP que publica hoy EL PERIÓDICOEl sondeo del GESOP indica que, ante la la pregunta "¿Qué ha de hacer Catalunya?", el 62% de los encuestados responden que debe negociar una mejora del autogobierno con el Estado. Solo el 21,5% aprefieren buscar la independencia para construir una nueva república.
Hay una parte del independentismo (el sondeo marca una clara diferencia entre los votantes de ERC a un lado y los de Junts per Catalunya la CUP en otro) que sigue anclado en un pasado que no permite avanzar, ni en sus propios objetivos políticos ni en la recuperación de la convivencia social e institucional. Si lo que se pretende es forzar la situación simulando un nuevo portazo de la Moncloa, la entrevista con Sánchez no servirá para nada. Pensar que, en un Estado de derecho, un presidente del Gobierno puede cambiar en una tarde la Constitución para otorgar a Catalunya el cupo vasco, autorizar un referéndum o reconocer el derecho de autodeterminación es, simplemente, creerse las propias mentiras.
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