Opinión | Editorial

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Una nueva arma para los Mossos

También con armas como el Taser, la policía debe someterse a criterios de proporcionalidad y respeto de los derechos humanos

Pistola Taser de los Mossos d'Esquadra.

Pistola Taser de los Mossos d'Esquadra. / FERRAN NADEU

Desde este lunes, en el área de Girona, los Mossos d’Esquadra tienen en su poder una nueva arma disuasoria, las pistolas eléctricas conocidas por el nombre de la marca, Taser, e identificadas técnicamente como dispositivos conductores de energía (DCE). Su utilización por parte de la policía autonómica fue aprobada hace dos años, no sin discusiones, por el Parlament, aunque es cierto que ya figuran entre el arsenal de una treintena de policías locales, así como de la Ertzaintza.

Los detractores del arma, entre ellos el Síndic de Greuges o la asociación STOP Taser, advierten de "un alto riesgo potencial para la salud de las personas", por cuanto se trata de una descarga eléctrica considerable de dos arpones que paralizan los músculos y producen, en pocos segundos un espasmo que genera sufrimiento y sensación de impotencia aguda. El hecho de que obligatoriamente deba utilizarse en presencia de un desfibrilador, ya nos advierte de su potencial peligro. 

Los defensores del Taser aseguran que se trata de un arma segura, si se manipula con prudencia. Para que sea así, los Mossos han establecido un código deontológico en el que se incluye la grabación de la escena, el advertimiento de la utilización del arma, que es de color amarillo (para diferenciarla de una de fuego), y la prohibición de usarla en determinados casos y en dependencias penitenciarias. 

La policía debe someterse a criterios de proporcionalidad y respeto de los derechos humanos. También con armas como el Taser.