Análisis
Desbordar por la izquierda
Si Sánchez no recibe presiones por el flanco izquierdo con movilización social, solo le llegarán por el costado derecho
Esther Vivas
Periodista. Autora de 'Mamá desobediente'.
Nadie esperaba que Pedro Sánchez fuese presidente del Gobierno español, y aún menos en tan poco tiempo y con todas las encuestas en contra. Él, muy probablemente, ha sido el primer sorprendido. Sin embargo, el entusiasmo que ha generado la salida del Partido Popular es inversamente proporcional a la ilusión de ver a Sánchez como jefe del Gobierno. El gran mérito del nuevo presidente es no ser Mariano Rajoy.
Muchos nos hemos alegrado de tener a los populares fuera del Ejecutivo, pero esto no nos debería hacer olvidar los límites del recién estrenado equipo socialista, que comparte agenda económica con el PP y una concepción de la unidad del Estado no muy distinta, si bien con un nivel de beligerancia centralista inferior. De aquí que Pedro Sánchez tenga que marcar perfil propio con medidas de corte democrático y social como la derogación parcial de la 'ley mordaza' o a la recuperación del derecho universal a la salud, para hacerla de nuevo accesible a las personas sin papeles. Un guiño a la izquierda con el objetivo de conseguir apoyo electoral y encarrilar, en buena posición, las siguientes citas en las urnas. En definitiva, intentar ofrecer una 'nueva' receta que mezcle ortodoxia neoliberal y obediencia a la Unión Europea con medidas compensatorias en el terreno social y democrático.
Los próximos meses para el nuevo Gobierno no van a ser nada fáciles, en minoría, teniendo que llegar a acuerdos con Unidos Podemos, los independentistas catalanes y los nacionalistas vascos y con una derecha, con el Partido Popular y Ciudadanos, en pugna por ver quién lidera la oposición siendo el más duro contra Sánchez. Una debilidad que es una oportunidad para la izquierda y los movimientos sociales para presionar y llevar al nuevo presidente mucho más allá de donde quisiera ir.
Fuera del Congreso
El rol de Unidos Podemos en esta etapa será importante. Pero los de Pablo Iglesias no pueden quedar encerrados en la táctica parlamentaria. Gran parte de las posibilidades para arrancar medidas positivas al nuevo Gobierno pasan por desplazar el foco fuera del Congreso. La movilización social en la calle será clave para empujar y desbordar al Ejecutivo de Sánchez. Haber echado al PP no debería ser motivo para dejarlo todo en manos del nuevo Gobierno. Al contrario, debería servir como acicate para la protesta social que ahora tiene un marco institucional menos hostil. Las manifestaciones de pensionistas, en febrero, y la huelga de mujeres, en marzo, abrieron un camino que ahora es fundamental profundizar.
Si no son los movimientos populares democráticos quienes ocupen la calle, será la derecha reaccionaria quien lo haga. Si Sánchez no recibe presiones por el flanco izquierdo, solo le llegarán por el costado derecho. Si ante sus titubeos no se le exige, desde la calle, medidas que vayan más allá de determinados paliativos sociales y una tímida marcha atrás en la involución autoritaria, la posibilidad de conseguir avances reales se verá frustrada.
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