Opinión | INTEREFERENCIAS

Nando Cruz

Periodista

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Primavera Sound: historia de dos ciudades

Capullo de Jerez, a la izquierda, con dos de sus músicos, a las puertas del Centre Cívic Besós

Capullo de Jerez, a la izquierda, con dos de sus músicos, a las puertas del Centre Cívic Besós / NANDO CRUZ

Pocas situaciones explican mejor los universos paralelos que son el Primavera Sound y el vecino barrio de Besós que la que se ha producido esta semana. El mismo evento que un año amenazó con expulsar de su cartel a un grupo de Carolina del Norte por anunciar que actuaría en Barcelona cinco meses después, no ha tenido problema e incluso ha facilitado que Capullo de Jerez cante en el Centre Cívic Besós un día después de hacerlo en el festival.

Solo siete calles más arriba del Parc del Fòrum, todo es diferente. Las entradas VIP + hotel + vuelo + traslados que han pagado los extranjeros con presupuesto cuestan más de lo que muchos vecinos del barrio ganan al semestre. Por los 140 euros que cuesta la cena con maridaje que propone el chef Diego Guerrero, en el bar Nino de la rambla de Prim te ponen las veinte tapas de la carta (oreja, albóndigas, chocos, caracoles…) y aún te sobra. Nadie en el barrio soltaría 85 euros por ver a Capullo de Jerez en el Primavera. Tal vez un 0,000001 del público del festival sepa que existe del Centre Cívic Besós. Lo dicho, mundos paralelos. Pocos rincones de la ciudad explican mejor la desigualdad social.

Capullo de Jerez actuó en el Centre Cívic Besós un día después de hacerlo en el festival. Los pases tenían el mismo formato pero fueron bien distintos

Los dos pases del cantaor tenían el mismo formato (guitarra, cajón y palmas a su vera), pero fueron bien distintos. En el Auditori del Fòrum, ambiente de ponencia en una convención de urólogos. En el centro cívico, ambiente de reunión de vecinos en el rellano de la finca. Allí, treintañeros con camisetas de su grupo indie favorito. Aquí, niñas gitanas y abuelas payas con bastón. Allí, refrigeración de sobra. Aquí, calorazo y abanicos. Allí, cientos de butacas vacías. Aquí, cuando ya no quedaban sillas, un gitano se coló en el almacén, cogió una y la plantó en primera fila.

El repertorio también fue similar, pero si en el Auditori había que girarse para comprobar que en aquella platea silenciosa había 1.500 personas, en el centro cívico costaba creer que 200 armasen ese jaleo dando palmas y calentando a Capullo con gritos de todo tipo: ales y oles, tomas y vayas, vivas a Utrera y a Jerez. En el festival nadie se puso en pie hasta el final del concierto. En el centro cívico, más de 50 se quedaron sin silla y, ya que estaban de pie, bailaron cuanto quisieron. Sobre todo, esa madre gitana con los zapatos negros de tacón guardados en el bolso.

"¡Hoy está inspirado!"

En el Auditori solo los de primera fila podían intuir la mirada traviesa del cantaor antes de soltar alguno pícaro verso. En Besós la conocían de sobra y la buscaban. Su misión era provocar que Capullo diese lo mejor de sí. Y rápido lo lograron. En ambos pases, los tangos fueron lo más celebrado del repertorio, aunque sus cantes sobre las vidas cargadas de sufrimiento calaron mucho más el viernes. "¡Hoy está inspirado!", cuchicheó alguien en la sexta fila. Ayer también, pero aquí lo llevaron en volandas hasta que acabó de pie, bailando y cantando sin micrófono.

En el Auditori, a los 50 minutos le dijeron que había que terminar. Y Capullo respondió que necesitaba cantar su oda madridista. Un espectador le lanzó una camiseta del Real Madrid y, contra lo que uno pudiera temer, fue el momento más intenso del recital. En Besós, un tipo le pidió que se atreviera con sus cantes a Cristiano Ronaldo y Sergio Ramos. "¡Hay que ser valiente!”, exclamó otra mujer. “¡Claro, claro!”, aceptó él. Pero antes lanzó un cante sobre el 'procés': "Señor Puchemón / Señor Puchemón / Vente pa mi casa / Cómete un puchero / Y se te olvida to!".

Al finalizar el concierto, más de la mitad del público se quedó en la puerta del centro cívico comentando la jugada, saboreando lo vivido, fijando la velada en su memoria y, de paso, socializando. En el Primavera Sound, en cuanto el cantaor dejó el escenario, la gente echó a correr. ¡A Ezra Furman! ¡A ver el final de Hinds! La frenética gincana del empacho musical había  comenzado.