A PIE DE CALLE

La Manada: sentencia devastadora y denigrante

Desde la Psicología, los profesionales queremos dar el máximo apoyo a las víctimas de todo tipo de agresiones. A las que se atreven a contarlo y también a las que callan

Los cinco integrantes de 'la Manada', condenados a 9 años por abuso sexual.

Los cinco integrantes de 'la Manada', condenados a 9 años por abuso sexual.

ANDRÉS CUARTERO

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La sentencia por abuso y no por violación contra 'La Manada' pone en evidencia que hay realidades penosas y altamente traumáticas, devastadoras psicológicamente, que causan desintegración personal y afectan en todas las esferas de la vida personal (seguridad, autoestima, sexualidad, identidad , trastornos psicopatológicos, etc.) a la vez que, socialmente, son denigrantes para todos.

Sin embargo, hasta que no se produce una alarma y un impacto social masivo a través de las redes y los medios de comunicación, estas realidades sorprendentemente permanecen larvadas y silenciosas a lo largo del tiempo, o bien se habla muy poco. Es grave que, las medidas de protección ya sean judiciales, sociales, sanitarias o de detección, no cogen fuerza hasta que llegan los debates desde todas las áreas de conocimiento, principalmente del judicial, apuntando la sinrazón diferencial entre abuso y agresión. Entonces se aboga por el cambio de leyes, pero no es mi intención ahora entrar en esta deriva, de la que no soy experto y sí hacer unos apuntes desde la vertiente psicológica.

Violencia sobre las mujeres

El debate social tiene un doble efecto. Uno es positivo y el otro negativo. De positivo, el hecho de que se hable abiertamente del tema, que salga del armario, que conlleva poner en el punto de mira la violencia sobre las mujeres, la desigualdad persistente, los estereotipos, los prejuicios y las actitudes machistas, que recorren todos los estamentos de nuestra sociedad, (el estamento judicial tampoco se escapa), así como cualquier forma de abuso sobre las mujeres y los menores. Más allá de cambiar o no las leyes, el debate puede hacer avanzar en la toma de conciencia social e institucional de esta lacra social y adoptar las medidas de protección y prevención necesarias.

Hay otro efecto que comienza ahora y que podemos considerar positivo, muy similar a cuando se produjo el hecho denunciable de unos padres a una escuela religiosa en Barcelona (Maristas), donde varios profesores sometieron a abusos sexuales a menores durante años. El impacto mediático de la investigación liderada por EL PERIÓDICO provocó que muchos menores, hoy adultos, se atrevieran a hablar y manifestar este gran secreto a sus familiares y hacerlo público también a través de los medios de comunicación. Para unos, era una liberación; para otros, una manera de revivir una experiencia dolorosa.

Puede pasar algo parecido con el caso de la Manada. Muchas mujeres pueden sentir el calor, el apoyo social y la indignación generalizada, como para salir del silencio y del miedo al estigma y atreverse en el presente y en el futuro a denunciar que ellas también han sido violadas.

El otro aspecto -este negativo- que provoca el debate generalizado sobre la sentencia de la Manada es que se hace difícil mantenerse al margen debido precisamente al gran impacto social, único, que ha comportado. La indignación que ha provocado una sentencia tan leve, y sobre todo el voto particular de uno de los magistrados (lo que afirma que la joven violada vivía un jolgorio con excitación sexual cuando la violaban) ha tintado todos los espacios privados y públicos. Esto conlleva para mujeres que han sido víctimas de abusos y agresiones sexuales (violaciones) con anterioridad, una re-exposición a hechos traumáticos vividos al verse confrontadas de nuevo con su propia experiencia. La repetición de imágenes y mensajes puede conllevar riesgos de revictimización, y más aún si han pasado por un proceso social o judicial donde se ha puesto en duda su resistencia. Para muchas de estas personas, el debate les puede provocar momentos dolorosos.

Apoyo a las víctimas

Desde la Psicología, los profesionales queremos dar el máximo apoyo a las víctimas de todo tipo de agresiones. A las que se atreven a contarlo y también a las que callan, porque siguen teniendo miedo. Es nuestro deber profesional y personal. Más aún con sentencias como la de la Manada.