Peccata minuta
Jueces: la manada
Algunos jueces, como el magistrado Ricardo González, al dictar sentencia, se condenan a sí mismos
En las últimas décadas hemos asistido al declive de algunos oficios, como el verdugo, el amanuense, el recadero, el limpiabotas, la planchadora... También otros usos han caído en desuso, como el cálculo mental, la ortografia sms... Otros gremios están también seriamente amenazados, como carteros y árbitros; estos últimos, en breve, verán cuestionados sus hasta ahora inapelables veredictos por la tecnologia: Dios lo verá todo gracias a las cámaras de televisión.
Ahora, una de las profesiones que está atravesando un mal momento es la de juez, teórico aplicador de la Justicia entre humanos, dado que una parte de ellos ha sido juzgada por la opinión pública y publicada por ser juez y parte a la vez.
Remontémonos, sin ir muy lejos, a Santiago Vidal, que, al acabar sus obligaciones como funcionario, dedicaba sus horas libres a violentar evangélicamente las leyes vigentes. Y el auditorio aplaudía, como si la ciega dama de las balanzas fuese una incondicional abanderada de su causa.
Luego llegaron la pareja de baile Lamela-Llarena, que no tuvieron la más mínima duda en considerar violentísimo golpe de Estado lo que a penas fue una pésima función de teatro de aficionados que ni siquiera se sabían el texto. ¿Seis meses ya de prisión preventiva para los que dieron la cara por sus esperpénticos actos? De idéntica manera que España no triunfa en Eurovisión desde el franquismo, también hoy parece que los jurados de la Unión se han conjurado contra la canción judicial española por cutre y desafinada.
Noche de copas en un bar vasco
Lo de Alsasua, por desproporción, da grima, rabia, pena y lágrima; que en un muy delicado momento PP y PSOE cerrarán un pacto antiyihadista no tiene nada que ver con que este sea aplicado talibanamente a una noche de copas en un bar vasco en el que, según parece, un agente de la autoridad tuvo que ser atendido, aplicándosele una tirita. ¿Qué hubiese ocurrido si la borracherra patriótica hubiera tenido lugar en Lugo, por poner un ejemplo?
La gota de la paciencia la ha colmado el muy reciente fallo -sí, fallo- del tribunal que ha considerado que el libro de estilo alcohólico-patriótico de los Sanfermines permita que un quinteto de bestias que con la cara pagan -entre ellos un militar y un guardia civil con tirita o sin tirita, con condón o sin él- violasen festiva y repetidamente -¡Uno de enero, dos de febrero...!- por todos sus orificios a una adolescente cuyo único 'delito' habría sido vestir y beber en noches de fiesta como muchas otras de su edad.
Mención especial para el magistrado Ricardo González, que pide absolución para el ganado. ¿Gozó mientras analizaba el vídeo de los hechos? Algunos jueces, al dictar sentencia, se condenan a sí mismos.
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