Al contado
El empresario catalán y las ideas abstractas
Más que países lo que compiten son ciudades y conurbaciones y esa es la carta que ha de jugar Catalunya con Barcelona como banderín de enganche
Agustí Sala
Redactor jefe de Economía
Además de El Periódico, trabajé de 1989 a 1990 en La Economía 16, como responsable de Economía en el Diari de Barcelona, de 1989 a 1990; en la sección de Economía de TVE Catalunya de 1987 a 1989, en Antena 3 de Radio, de 1985 a 1987 y en el Diari Menorca, de 1983 a 1985 y Radio 80-Menorca. Además la licenciatura en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona (1992-1986), tengo un posgrado en dirección general (PDG) 2011-2012y un curso de Márketing Digital y Redes Sociales por la EAE Business School
Agustí Sala
La frase me ha hecho reflexionar: «Los catalanes nunca han entendido las ideas abstractas. Por eso no comprenden ni la monarquía ni las sociedadedes anónimas». Profundo pensamiento del notario Noguera, uno de esos «notarios de los de antes».
Lo cierto es que la frase, al margen de ser una chanza que arranca sonrisas, podríamos decir que contiene una ajustada descripción del panorama empresarial catalán. Somos más manufactureros que financieros y banqueros, aunque de los segundos haberlos, haylos (no hace falta rebobinar mucho para encontrar a los Fainé, Oliu y compañía).
De todas formas, ese perfil industrial es quizás el que ha retraído siempre a los empresarios catalanes a la hora de participar, no solo en grandes eventos de esos que llenan las tardes y noches madrileñas («En Madrid, por la tarde, o das una conferencia, o te la dan», se dice), sino en operaciones que mueven capitales milmillonarios o privatizaciones (Endesa, Iberia, Telefónica...). Y luego vinieron los lamentos.
Para esos juegos están los patronos capitalinos al estilo Florentino Pérez, dispuestos a participar en la recomposición del mercado libre bajo la supervisión del gobierno de turno. También en Catalunya tenemos de esos, pero lo cierto es que predomina el industrial.
Pero huyendo de los estereotipos, que tanto han contribuido alejar a Madrid y Barcelona, sin que en realidad sean tan distintas, han surgido en Catalunya numerosos emprendedores de nueva hornada, unos por generación casi espontánea, sin antepasados de la burguesía industrial; y otros surgidos de sagas familiares de toda la vida pero que han querido buscar su propio camino empresarial.
Mobile World Congress o Barcelona Tech City
Es todo este tejido el que Catalunya debe potenciar. Son esas nuevas empresas y proyectos al calor del Mobile World Congress, Barcelona Tech City y demás, el que se tiene que potenciar, con Barcelona como banderín de enganche. Aunque la capital catalana haya perdido en los últimos meses algo de músculo tiene aún suficiente fuerza como marca para retomar el vuelo.
Sin mimar y potenciar a estos nuevos actores y sus start-ups, poco tienen que hacer Catalunya y su capital en este mundo. Menos querer emular a Nueva York, Londres o incluso Madrid (el capital siempre recala donde está el poder político) y más mirar a San Francisco, Boston y otras ciudades que han sabido encontrar su lugar en el mundo sin ser el centro político del país al que pertenecen.
Más que países compiten ciudades y conurbaciones. Y eso no son ideas abstractas. Es la ocasión de demostrar que el notario Noguera tenía toda la razón.
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