Ligas demasiado perfectas

La afición del Barça es tan exigente que, más que sumar títulos, los descuenta

Los jugadores del Barça celebran con el público el triunfo ante el Valencia.

Los jugadores del Barça celebran con el público el triunfo ante el Valencia. / periodico

Sònia Gelmà

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Pep Guardiola jugaba a golf, Domènec Torrent caminaba bajo la lluvia de Manchester, Manel Estiarte subía a un avión, e incluso había jugadores que ni siquiera estaban en la ciudad cuando al Manchester United le dio por perder contra el colista de la Premier y claudicó así de manera definitiva ante un City casi perfecto en la competición doméstica.  Si el Barça gana ante el Celta, hay combinaciones que supondrían que el Barça viviera algo similar. En su caso, además, podría ganar dos títulos el mismo fin de semana.

Dice mucho que uno se pueda ir al cine el día en que gana la Liga, aunque desde fuera pueda parecernos un triunfo algo deslucido. A diferencia de los torneos de eliminación, la Liga se gana poco a poco, saboreas cada victoria porque te acerca al objetivo, pero las explosiones de alegría se dan puntualmente y no siempre al final, especialmente, como es el caso, cuando la ventaja es amplia y se va asumiendo durante el transcurso de la competición quién va a ser el ganador. Es el inconveniente de hacerlo demasiado bien, que el título se da por hecho mucho antes.

Y, excepto para Valverde, hace semanas -para algunos, meses- que el Barça ganó esta liga. La única manera de añadirle ese clímax al título sería que los resultados propiciaran una final el día del clásico. La rivalidad ante el Madrid sí permitiría una explosión de euforia, aunque también hay el riesgo de que te fastidien la fiesta.

Hubo un tiempo en que el Barça ganaba una liga cada 15 años. Los que vivieron aquello no necesitan elegir cuando ganarla. El problema para el barcelonismo es que ha ganado (ganará) 7 de las últimas 10 Ligas. Párense un momento y díganlo en voz alta. Y no solo eso, sino que durante esos años también ha sumado dos tripletes. Temporadas donde ha hecho el pleno, en juego y resultados.

La razón nos exige recordar las Ligas sumadas en la última década, nos invita a valorar el inimaginable triunfo de aquel equipo que perdió estrepitosamente la Supercopa y que inició la temporada sin Neymar, con menos talento que el año anterior cuando solo había ganado la Copa.

Luego está la emoción, que sigue hundida tras la derrota ante la Roma. No hay consuelo para una afición que desde la ambición de quien sabe que tiene al mejor, más que sumar títulos, los descuenta. La hegemonía del Barça en la Liga es indiscutible, pero por razones que deberá analizar quien corresponda, no consigue tener regularidad europea. De la misma manera que los títulos no pueden desviar al club de su camino para recuperar la excelencia futbolística, es justo esforzarse por valorar la superioridad de un equipo que ha conseguido que la única afición que se haya podido ilusionar por esta Liga sea la suya.