Al contrataque

Revive Espriu

Se cita a Espriu estos días, sobre todo el verso que dice: «'ens mantindrem fidels per sempre més al servei d'aquest poble'»

protestas detención puigdemont en Barcelona

protestas detención puigdemont en Barcelona / periodico

Najat El Hachmi

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Calla, no digas nada, ¿qué vas a decir? Haz caso a tu madre y no te metas. ¿Pero cómo podría ponerme a escribir como si no pasara nada? ¿Cómo podría hilar una sola frase que no aludiera a la realidad que vive mi país? Las calles se llenan de gente que protesta contra el juez Llarena, contra Rajoy, contra el callejón sin salida en el que vivimos. El intento de investidura fue triste, nos reveló a todos que estamos dentro de un pozo más profundo de lo que quizá creíamos. Que con los encarcelamientos no basta, que la intervención puede hacerse definitiva entre otras cosas porque no parece que haya nadie entre nuestra clase política capaz de liderar una solución, una solución de urgencia que no consista en alcanzar los máximos deseados sino evitar que todo se derrumbe aún más.

Para los presos lo peor ya ha llegado pero para el resto, independentistas o no, todo apunta a una derrota colectiva que pagaremos con creces, que ya pagamos todos. Entonces me pregunto dónde estoy yo, con quién voy y si aún existe la catalanidad o la hemos ido desgajando hasta convertirla en algo debilitado. Algunos me dirán que no, que todo está bien y que la culpa es de aquellos que no han apoyado con suficiente firmeza la causa, o de los que han sido críticos con la política de los últimos tiempos.

Por eso callaría, porque no es momento de reproches, de recordar cada uno de los momentos en que estaba claro que íbamos hacia el desastre y cómo se seguía adelante sin explicar, sin explicarnos nosotros mismos cuáles serían los consecuencias. Los escépticos nos lo mirábamos deseando, confiando ingenuamente en que había alguien que sabía adónde nos llevaba.

Fantasmas del pasado

De los días 6 y 7 de septiembre a la declaración unilateral titubeante que se truncó a continuación con gran desilusión para todos aquellos que ya veían culminada la república pasando por un 1-O vergonzoso. No, después de la marcha de Puigdemont ya se veía que íbamos hacia el desastre. No sé qué dice ahora Gabriel Rufián, que le acusó de traidor por querer convocar elecciones. Qué fácil pedir gestos valientes a los demás cuando uno mismo no corre ningún peligro. Pero ya he dicho que no quería hacer reproches. 

Se cita a Espriu estos días, sobre todo el verso que dice: «ens mantindrem fidels per sempre més al servei d’aquest poble». Nuestros tiempos no son los de Espriu aunque resuciten fantasmas del pasado, pero al ver la dificultad impuesta para investir presidente, para formar gobierno, el hecho de estar intervenidos mucho más tiempo del imaginado, se nos ha puesto delante la posibilidad de perder todo lo que tenemos. La lengua, la cultura, la educación, todo lo que ha costado décadas de esfuerzo y que se puede desvanecer como si nada. Entonces el Espriu que me viene es el de 'Assaig de càntic en el temple', poema en el que la crítica al colectivo es implacable.