LA CLAVE
Catalunya, conmocionada
¿Cómo saldrá esta sociedad del impacto provocado por el auto del juez Llarena?
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
Durante este viernes hablé con gente muy diversa tras conocerse en auto de procesamiento del juez Llarena contra los dirigentes independentistas a los que acusa de los delitos de rebelión, malversación y desobediencia. Diría que el común denominado era el estado de conmoción. Entre los detractores de la independencia, entre los partidarios de la soberanía sin ruptura y, lógicamente, entre los favorables a la independencia. Hay en este auto un choque semántico y argumental entre lo judicial y lo político. Pero también entre la forma de ejercer el poder en el Estado decimonónico y de vertebrar el poder en el mundo digital. Este doble choque está en el origen de la conmoción que sacude a la sociedad catalana. Ni los detractores ni los partidarios de la independencia da la impresión que se sientan identificados en el relato judicial. Eso, dirán algunos, se explica precisamente porque la justicia debe actuar ciegamente. El asunto es cómo saldrán los catalanes del estado de conmoción.
Un abogado me decía: "solo hay dos salidas para los independentistas, o bajar la cabeza o tomar la calle". Mientras en la radio una profesional de la tertulia decía que "el catalanismo no sabe ganar, pero sí resistir". Y para tener un poco de todo, escuché a un independentista de última hora y de adscripción conservadora decir: "me entran ganas de salir a la calle". El paisaje de la conmoción la completa un federalista contrario a la secesión: "es muy difícil defender el relato de Llarena".
En Catalunya, a casi nadie le quedan fuerzas para pedir que alguien se ponga a negociar o que haga una oferta política. A estas alturas nadie puede prometer amnistías o indultos. La justicia, en tanto que brazo del Estado, sigue su camino. Ciega, en la mejor de las hipótesis. La conmoción genera dudas: ¿Si tan evidentes eran los delitos, no se deberían haber instruido antes las causas penales? ¿Si tan clara era la determinación de delinquir no se debería probar la existencia de ocultaciones que los ahora encausados deberían haber articulado pensando en su defensa? ¿No estaremos banalizando la violencia de una u otra forma? Conmoción.
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