AL CONTRATAQUE

La mano derecha

Una comisión de investigación no es un atropello, salvo que les esté asesorando el inspector Clouseau

Francisco Granados durante su comparecencia.

Francisco Granados durante su comparecencia. / periodico

CRISTINA PARDO

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Francisco Granados ha comparecido en la comisión sobre la presunta financiación ilegal del PP. Este evento parlamentario, con momentos circenses, no está sirviendo para esclarecer el tema que nos ocupa, pero sí para retratar a los comparecientes. Granados siempre ha sido un chulo. Un chulo muy simpático, eso sí. Pero un chulo, un fanfarrón. Por eso, y por lo que presumía de la ascendencia que tenía sobre la lideresa, ha llamado la atención la mentira que ha soltado nada más entrar en la comisión: “Nunca me he considerado ni la mano derecha ni la izquierda de Esperanza Aguirre”.

Sí, hombre, sí. Granados Ignacio González se llevaban mal, entre otras cosas, porque los dos querían ser la diestra y no la siniestra. Y por aquel entonces, Aguirre no renegaba de sus ranas. Todas le servían para algo. Igualmente llamativo ha sido el empeño del exsecretario general del PP de Madrid por decir que no sabía absolutamente nada de la financiación ilegal.  

Sin embargo, el mismo Granados declaró hace pocos días ante el juez que existió una contabilidad paralela para reforzar las campañas de Aguirre y que incluso Cristina Cifuentes la conocía, gracias a su relación sentimental con Ignacio González. Ha estado especialmente suave con la presidenta de la Comunidad de Madrid, con la que se tendrá que ver las caras en los juzgados por intromisión al honor. Estos detalles, que pueden pasar desapercibidos para los que no están todo el día rodeados de imputados, son los que merman su credibilidad. La que le quede, que probablemente ya no era mucha. Una semana intenta hundir a Cifuentes y a la siguiente, Granados pone cara de cordero degollado para referirse a ella. ¿En qué quedamos?

Un retrato casi perfecto

De estas comparecencias, siempre se ha dicho que no sirven para nada. Es verdad que en el fondo solo contribuyen a añadir ruido y confusión. En mi opinión, es mejor eso que nada. Lo que sí resulta casi siempre útil es fijarse en las formas, porque constituyen un retrato casi perfecto. Granados ha hablado por momentos con desprecio a algunos diputados, con sarcasmo, como cuando Errejón le ha preguntado a qué se debía su caída en desgracia y él ha respondido: "Cosas de la política. Qué le voy a contar a usted, señoría". O cuando la espetado a la diputada de ERC que, al menos, él dimitió por su cuenta en Suiza, en lugar de huir a Bruselas. Resulta sorprendente ver esta falta de humildad, regada con las patéticas intervenciones de los miembros del PP. Ya hicieron el ridículo convirtiendo a Francisco Camps en un beato. Hoy han denunciado el "atropello" de los derechos fundamentales de Granados. Una comisión de investigación no es un atropello, salvo que les esté asesorando el inspector Clouseau.