¿Qué habría hecho el Papa de Roma?

El libro de Santi Vila es pieza básica para entender cómo fracasó la independencia

Santi Vila saluda a Rajoy en los premios de Foment.

Santi Vila saluda a Rajoy en los premios de Foment. / periodico

Joan Tapia

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El 'procès' no ha acabado bien. Pero dos libros, el de Joan Coscubiela y el de Santi Vila, parecen destinados a ser grandes éxitos de Sant Jordi. Y los dos son críticos, pero lejanos al 'unionismo'. Ambos reivindicaban un referéndum pactado.   

El de Vila, dimitido horas antes de la proclamación de la independencia, tiene un interés específico porque es una pieza básica para saber lo que pasó la madrugada del jueves 26 de octubre en el Palau de la Generalitat. Puigdemont, reunido con sus 'consellers' y el 'estado mayor' separatista, comunicó que tras una laboriosa mediación del lendakari Urkullu iba a convocar elecciones para salvar la autonomía y evitar la aplicación del artículo 155. Al punto al que habían llegado las cosas era la solución menos mala. Afirmó que no convenía la vuelta a la preautonomía y calló que era lo que le encarecía una misiva de 'president' Pujol.

El president mostró su decisión y Oriol Junqueras puntualizó que no estaba de acuerdo pero que no diría nada en contra. Aunque en ERC había gente como Carles Mundó, 'conseller' de Justícia, que  abogaba por las elecciones, Marta Rovira y otros se oponían. Y Junqueras, que en una reunión del Govern se había negado a expresar su opinión (aduciendo que sería candidato), y que ya se debía oler la tostada (esto es suposición) sugirió convocar elecciones en aquel mismo momento.

Pero Santi Vila, el 'conseller' que más había luchado por la solución, alegó que había que hacer bien las cosas. En ningún país serio se convocaban elecciones a las dos de la madrugada. Era obligada una rueda de prensa la mañana siguiente.

Y todo se torció. La reunión del grupo parlamentario de Junts pel Si (que no se sabe porque se convocó) fue un lloro generalizado y hubo mucha censura. ERC le dijo a Puigdemont que se veía obligada a salir del Govern. Nada más y nada menos, pero Rufián disparó el famoso tuit de las 30 monedas de plata. Dos diputados del PDECat anunciaron su dimisión. Y una manifestación estudiantil a favor de 'los jordis' se plantó ante el Palau protestando por la traición.

Y el president hizo marcha atrás. ¿Fue por culpa de ERC? Puigdemont sostiene que no hubo garantías de Rajoy, pero tampoco las había de madrugada. Una fuente seria apunta a una reunión crucial del 'president' con los convergentes Turull, Rull y Corominas tras el lloro del grupo parlamentario.

¿Se había convertido el Palau en un gallinero? Lo incontrovertible es que Puigdemont hizo marcha atrás. Quizás porque el estado propio se había transformado -para muchos- en algo así como la religión verdadera de la que no se podía abjurar.

Se imaginan que el Papa de Roma tuviera una noche la revelación divina de que Dios no existe. ¿Qué haría el domingo a la hora del Angelus? Actuar como siempre porque no osaría desmentir la verdad tan predicada. Quizás es algo así lo que le pasó a Puigdemont (y a Junqueras) el 26 de octubre. No se atrevieron a decir que lo tan prometido no podía ser. Prefirieron cargar, y hacer cargar a Cataluña, con las consecuencias.