LA CLAVE

Independentismo sin independencia

Cuando JxCat y ERC acaben de repartirse el poder autonómico, el 'procés 3.0' confiará a Puigdemont la gestión simbólica del mito de la República

El president Carles Puigdemont en el momento de firmar la declaración, tras el pleno.

El president Carles Puigdemont en el momento de firmar la declaración, tras el pleno. / periodico

ENRIC HERNÀNDEZ

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El periodo de excepcionalidad inaugurado por el binomio DUI-155 toca a su fin. Transcurridos más de dos meses desde las elecciones, el independentismo ultima el acuerdo que permitirá formar gobierno y levantar la suspensión de la autonomía.

Aún nos queda asistir a algunos lances postreros: el homenaje a Carles Puigdemont en el Parlament; su coronación testimonial en Bélgica; la candidatura de Jordi Sànchez a la presidencia, que con toda probabilidad frustrará el juez... Pero todo ello se quedará en el terreno de la liturgia simbólica; en la vida real, Catalunya tendrá pronto un presidente y un Govern efectivos.

Bajo la épica de la prisión preventiva que sufren unos –humana y  políticamente censurable, incluso si se ajusta a derecho–, el exilio (voluntario) de otros y la tan pregonada como ilusoria restitución del Govern depuesto, Junts per Catalunya y ERC están librando una muy mundana batalla por el poder autonómico. Esto es, por quién gestiona los anticipos de Hacienda, quién paga nóminas y reparte subvenciones, quién controla –en beneficio propio– los medios de comunicación públicos y productoras dependientes... Lo de siempre.

Porque la nueva hoja de ruta del independentismo ‘posunilateralista’ en realidad son tres: administración ordinaria, relato internacional y debate ciudadano.

Para evitar nuevas imputaciones, la Generalitat y el Parlament limitarán sus pulsos con el Estado a la gestualidad pública y a esporádicos choques competenciales a cuenta de leyes de marcado tinte social.

‘THINK TANK’ LEGITIMISTA

La gestión exterior del mito de la República catalana quedará en manos de una entidad privada con sede en Bruselas, financiada a base de donativos y con Puigdemont al frente. Un ‘think tank’ legitimista con el que el ‘president’ derrocado intentará (o fingirá) llevar las riendas del país.

En Catalunya, el independentismo impulsará un debate ciudadano –sin riesgos jurídicos, pues– sobre su futuro modelo de Estado. Un ‘proceso constituyente’ informal concebido ante todo para captar adhesiones entre la clientela electoral de los ‘comuns’.

Bienvenidos al ‘procés 3.0’: el independentismo sin independencia.