AL CONTRATAQUE
Catalunya, empatada y sin Govern
El 'procés' está ahora en manos de la justicia, con la enorme incertidumbre que ello comporta
Xavier Sardà
Periodista
Es licenciado en Ciencias de la Información, con una amplia trayectoria en radio y televisión. Su actividad se centra actualmente en tertulias de carácter político.
XAVIER SARDÀ
Difícil encargo. Se trata de intentar explicar a los españoles no catalanes lo que sucede en Catalunya. No es sencillo, porque tampoco es nada fácil autoanalizarnos. En Catalunya estamos demediados como sociedad. Empatados. Vamos. La mitad son independentistas y la otra la mitad no.
Media Catalunya deja estupefacta a la otra mitad y así vivimos, y, con algunas excepciones, convivimos. Por qué alguien es independentista o por qué no lo es, resulta sociológicamente críptico e interesante. ¿Pueden los independentistas convencidos dejar de serlo? ¿Puede un no independentista asertivo cambiar de criterio y abrazar el secesionismo? Son días difíciles para los cambios de criterio.
Media Catalunya deja estupefacta a la otra mitad y así vivimos, y, con algunas excepciones, convivimos
Los no independentistas tienen en muchos casos familiares y amigos soberanistas, y viceversa. Para las dos tribus el otro grupo es el "raro", el rebuscado y el extemporáneo. No cabe duda de que para los independentistas, el que no lo es les resulta insensible, desleal y movido por una indeterminada codicia. La mayor parte de las críticas que reciben los periodistas catalanes no independentistas que colaboran en medios estatales, las reciben porque han vendido su criterio: "claro, vuestro sueldo viene de Madrid".
En ocasiones estas críticas las lanzan los seguidores de significados profesionales indepes cuyo sueldo proviene de la televisión y la radio pública catalana o de periódicos generosamente subvencionados por la Generalitat. Pero mientras los no soberanistas lo son por un interés espurio, la ética indepe es virginal y casi de inmaculada concepción.
Incompatibilida «plenaria»
Es cierto que la división que existe en la sociedad catalana se establece en términos de incompatibilidad "plenaria". Vamos, que la mitad de los catalanes pretende hacer inviable el proyecto de la otra mitad. Los no independentistas lo son en oposición a una propuesta que les engloba también a ellos, y viceversa. Los indepes ven en la otra mitad de los catalanes la obstrucción y el freno a sus ideales.
Por de pronto, es muy difícil conciliar posturas, porque hay diferencias de criterio incluso en torno a cómo empezó todo esto. El independentismo dice que es un fenómeno popular que surgió de la calle y llegó a la política y los no indepes mantienen que fue justo al revés: la cúpula de algunos partidos políticos era independentista, mucho antes de que sus ideas se esparciesen geométricamente. Hay quien ve un ejemplo contrario en la "dación en pago", que, surgiendo en la lucha callejera contra los desahucios, llego a la política nacional y europea.
El procés está ahora en manos de la justicia, con la enorme incertidumbre que ello comporta. El recrudecimiento de la peripecia política y social puede ser inevitable. No hay Govern. Paciencia mutua.
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