Un cómodo cucurucho

En EL PERIÓDICO he podido practicar la libertad y el respeto, y he sido correspondido

Venta de El Periodico

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JOSEP MARIA ESPINÀS

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No me resulta nada fácil hablar de mí en la condición de articulista. Y menos aún me encuentro cómodo en la calificación de periodista. Siempre he sido un devoto de las palabras, pero sería grotesco que me pasara por la cabeza decirme paraulista. A falta de una autodefinición más concreta, podría decir que soy, desde hace muchos años, un colaborador regular de EL PERIÓDICO DE CATALUNYA.

He sido acogido sin exigencias. En realidad, la exigencia me la impuse yo mismo: el artículo diario. Cuando alguien me ha dicho que esto era muy duro siempre le he contestado que para mí la dificultad sería justamente hacer un artículo... cada 15 días. Estoy más que seguro de que si únicamente pudiéramos comer cada tres semanas a mí se me presentaría una prematura e insistente angustia.

El artículo diario podía suponer liberar el amenazador paso del tiempo. ¿Mañana ya vuelve a ser martes? ¿De qué puedo hablar? Pronto descubrí que podía hablar de muchas cosas si aprendía a relacionar lo que veía, lo que escuchaba, lo que deducía de algún hecho.

Una cierta música

No soy amigo de dictar sentencias y no me atrevo a usar la palabra creatividad, pero sí, en el periodismo hay una cierta literatura, una cierta música, e incluso en algunos deportes la capacidad de asociación puede ser productiva.

Hace tiempo contacté con un profesional de la publicidad que tenía unas tarjetas de visita en las que figuraba esta presentación personal: «Creativo». Me pareció un poco pretencioso aunque, personalmente, él no lo fuera. La modestia es una virtud difícil de practicar y pienso que tal vez debería haber una escuela para llevar a cabo el aprendizaje de la misma.

Creo que tal vez ha hecho mal aquella calificación del periodismo entendido como cuarto poder, aunque efectivamente haya sido utilizado en muchas ocasiones para influir en operaciones políticas.

«Tantas personas tantas opiniones», sentenció el clásico Terencio. Y en principio esto es bueno. El articulista conviene que tenga presente que sus opiniones no pueden ser interpretadas como verdades. Exponer una opinión es una invitación al debate.

Nuestro cuerpo es un juego de articulaciones. Este hecho quizá podría ayudar a los articulistas a construir textos que tengan vida propia, por modesta que sea. Porque conviene tener presente que nuestros artículos no son nunca artículos de primera necesidad.

Artículos y misas

Siempre recordaré lo que dijo aquel antiguo condiscípulo de bachillerato, que años después me encontré por la calle: «Hombre Espinàs, todavía escribes aquellas cositas...?». Él se había hecho sacerdote y resistí la tentación de decirle: «Y tú todavía haces tus misitas?».

Mi primer artículo lo escribí cuando tendría unos 20 años. Ahora ya vivo los 90. Son muchos miles de artículos.

En la actualidad estoy acogido en EL PERIÓDICO DE CATALUNYA. Recuerdo que los hermanos Goncourt hicieron esta definición de un diario: «Unos céntimos de historia en un cucurucho de papel». Yo me siento muy cómodo instalado en el cucurucho de este diario. He podido practicar en él la libertad y el respeto y he encontrado las mismas satisfacciones...

Que los lectores nos acompañen.