Veinte años de la edición de EL PERIÓDICO en catalán
De todo hace 20 años
Mi amigo me dijo un día algo que no he olvidado: "Lo que quiero es poder vivir del todo en catalán"
Hace poco me dijeron que se había muerto la señorita Elena. La señorita Elena era mi profesora de tercero de EGB. Llevaba unas gafas de sol con una montura enorme y, según decían, no se ponía nunca falda porque tenía no sé qué problema en las piernas. Los pantalones de la señorita Elena eran acampanados, estilosos y de colores pastel. A ella la recuerdo seria y sentada tras una mesa como una isla. Tenía una tristeza secreta, o a mí me lo parecía. Pero de pronto, qué cosas, se arrancaba a cantar una canción de aires andaluces que hablaba del amor entre la luna y un gitano. Quiso que la aprendiéramos. Se llamaba La luna enamorada. No la había vuelto a oír más, ni recordaba que la recordaba hasta que hace un par de años, después de una cena de excompañeras de primaria y de algunas botellas de vino, la hicimos surgir de las catacumbas de la memoria.
Aires lorquianos
En el colegio de monjas de mi infancia, una canción andaluza con aires lorquianos no desentonaba en absoluto. Estaba a punto de empezar la primera campaña de normalización lingüística del catalán tras del franquismo, que tenía lema –El català, cosa de tots– y protagonista: Norma, una jovencita rubia con vaqueros y carpeta bajo el brazo. No hace falta decir que aquella campaña quedaba lejos de los intereses de nuestras monjas.
Norma me caía bien. Teníamos más o menos la misma edad. Me hizo mucha compañía un poco más tarde, en el tiempo en que en el colegio –en mis colegios, por lo menos– solo se hablaba catalán en el pasillo. En Derecho no recuerdo que ningún profesor hablara en catalán. Salvo uno y a ratos. El catedrático de Derecho civil, mi admirado Jordi Maluquer de Motes, se dirigía al alumnado en catalán solo en los exámenes. Las clases, en castellano. Pero en los exámenes se relajaba. Si el Barça había ganado, nos perdonaba el caso práctico. Si el Barça no iba bien, no estaba de humor: castellano, caso práctico y nada que discutir. Ya estábamos en 1997 y de esto también hace 20 años.
Martí Pol y Espriu
En aquel tiempo tenía un amigo, que aún conservo, que era -y es- independentista. Fundó un partido pro-independencia y en las municipales le votaron 58 personas. Yo también llevaba entonces estelades en la carpeta del instituto. Estaba enamorada de un jugador de básquet cadete que no me hacía caso. Me había inscrito en la Associació de Joves Escriptors en Llengua Catalana. Escribía poemas inspirados en Martí Pol y una novela que era un calco grosero de Laia, de Espriu.
Mi amigo independentista una vez me dijo algo que no he olvidado: «Lo que quiero es poder vivir del todo en catalán». Quizá también estábamos en 1997, el año en que EL PERIÓDICO se hizo bilingüe. Comenzábamos a ser aquellos que aún no éramos. Ya tocaba.
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