¿Bajando la escalera hacia un oscuro abismo?

Subordinar la salud del paneta a los intereses de la industria automovilística norteamericana es una gravísima equivocación que nos afectará a todos

Imagen de la contaminación ambiental de Barcelona desde la torre de Sant Sebastià.

Imagen de la contaminación ambiental de Barcelona desde la torre de Sant Sebastià.

JOSEP FÈLIX BALLESTEROS

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Un error. Un extraordinario error. Me refiero al anuncio por parte del presidente Trump del abandono de Estados Unidos del Acuerdo de París. Estamos, sin riesgo a exagerar, ante un auténtico torpedo contra la línea de flotación de la sostenibilidad ambiental de nuestro planeta.

A veces se abusa del término "histórico" para definir situaciones políticas. Creo que este no es el caso. Estamos ante un retroceso muy grave en la necesaria lucha contra el cambio climático. Sin la implicación de la mayor potencia industrial del planeta (sumada a la ausencia ya de China, la segunda gran fábrica mundial) es obvio que esta lucha, imperiosa y necesaria, queda gravemente dañada.

Se habla mucho del cambio climático pero creo que, aun así, la mayoría de nuestros conciudadanos no son conscientes de que nos enfrentamos al mayor desafío con efectos devastadores para la salud del planeta. Unos efectos que ya se están evidenciando como aseguran todos los climatólogos solventes.

Cerrar los ojos a esta realidad, negarla como ha hecho el presidente Trump, y subordinar a los intereses del lobi de la industria automovilística norteamericana es una gravísima equivocación que nos afectará a todos. Se alzará ahora la voz para denunciarlo, cuando todavía estamos a tiempo de rectificar, y sumar nuevos consensos en torno a las medidas adoptadas en la capital francesa hace dos años que tenían como objetivo, precisamente, detener este grave problema e impulsar un progreso más justo y sostenible a medio y largo plazo.

ECOLOGÍA Y ECONOMÍA

Desde Tarragona y el sur de Europa, quiero enfatizarlo, debemos ayudar a volver a dar empuje a este gran acuerdo mundial y seguir trabajando en la búsqueda del necesario equilibrio entre ecología y economía. Para ello es imprescindible la transición ecológica y energética que el presidente Obama sí entendió y que ahora Trump ha dinamitado.

No se trata de palabras bonitas vacías de contenido, al contrario, queremos medidas y acciones efectivas en el ámbito de la biodiversidad, la energía renovable, la implantación de energías limpias, el uso más racional de los recursos naturales o la gestión de residuos hasta alcanzar los objetivos a los que nos hemos comprometido todos internacionalmente.

El error gravísimo que ha cometido Trump me ha recordado el empeño que hace cien años puso el también presidente norteamericano Woodrow Wilson para impulsar la Sociedad de Naciones que después de la primera guerra mundial debía poner fin a todos los conflictos . Pues bien, una vez constituida la Sociedad de Naciones el Senado de Estados Unidos vetó la participación estadounidense considerando que se trataba de un tema ajeno a los intereses estadounidenses. "America first", se podía escuchar también entonces. Y la historia registra las consecuencias de este aislamiento y de esta actitud de desentenderse de los problemas de los considerados "otros", de no querer pensar a escala global.

FIN DE LA ALFOMBRA

Un poeta estadounidense escribió: "He visto a este planeta descender, de forma precipitada e irresponsable, la escalera que conduce a un oscuro abismo. Al principio la escalera es amplia y confortable pero, poco a poco, se acaba la alfombra. Un poco más allá solo quedan las losas y después estas mismas se acaban y se rompen bajo nuestros pies".

Miramos atrás estos últimos años. Es cierto que se cometieron errores pero el acuerdo mundial a que llegamos con el Acuerdo de Paris sentó las bases a partir de las cuales se podría haber construido un gran paso colectivo hacia delante de lucha coordinada contra el cambio climático. No continuemos bajando la escalera señor Trump. O perfectamente podría ocurrir que nos encontráramos sostenidos sobre el vacío y debajo nuestoa ni siquiera percibiésemos la negra oscuridad.