Quinielas para el Popular, un banco sin autor
Jesús Rivasés
Periodista
Jesús Rivasés
El Banco Popular, el más pequeño de los históricos "siete grandes" de los años ochenta del siglo pasado, fue un banco de autor y de éxito. El autor fue Luis Valls Taberner (Barcelona, 1926-Madrid, 2006), miembro del Opus Dei y tildado de "banquero florentino" y logró que una pequeña entidad financiera española fuera el banco más rentable del mundo durante casi un lustro, en una época en la que competía por ese galardón con el americano Bank One. El Popular, como tantos negocios y tantas instituciones, ha sucumbido a la desaparición de su autor y ahora está al albur de un comprador.
Luis Valls quiso crear la segunda Caja de Ahorros de Madrid. "La ventaja de las cajas es que no tienen accionistas", decía con su exquisita retranca. Como no pudo hacerlo, se hizo con el control del Banco Popular, desarrolló su proyecto bancario y, sin aspavientos, demostró que era un genio del negocio, pero tampoco tuvo la varita mágica para, después de él, dejarlo todo atado y bien atado.
El Banco Popular sucumbió a la gran recesión, al estallido de la burbuja inmobiliaria y, por último, las peleas de sus principales accionistas. Ángel Ron, el sucesor designado por Luis Valls, perdió la batalla porque los resultados no le acompañaron y ahora, Emilio Saracho preside la entidad y es el encargado de buscarle un futuro que todo indica que pasa por una venta a otra gran entidad financiera. Ron, que invocaba el legado de independencia de Valls, siempre rechazó un acuerdo/fusión que hubiera salvado a la entidad. Saracho, en el último tramo de una larga y exitosa carrera profesional, también acarició el sueño de la independencia con él a frente. No parece que ya sea posible.
Santander, BBVA, Caixabank y Bankia son en la práctica los únicos candidatos viables para quedarse, previo pago, del Popular, que aporta ventajas e inconvenientes. Entre las primeras su negocio -muy boyante- de banco de pequeñas y medianas empresas, un segmento en el que sobre todo Santander y BBVA nunca han conseguido todos sus objetivos. Entre los inconvenientes destaca la rémora de la enorme mochila de activos inmobiliarios malos, un lastre que destroza su cuenta de resultados.
Las quinielas sobre el futuro del Popular se multiplican y no hay un claro favorito. Incluso es posible que Bankia, entidad surgida de una serie de Cajas de Ahorros, se quedara con el banco de autor que a Luis Vals le hubiera gustado que fuera una Caja. No es fácil, porque Bankia, que debería hacer una ampliación de capital también debería, en puridad, colocarla en el mercado, lo que significaría su reprivatización -ahora el Estado tiene el 67%- y el ambiente político tras el regreso de Pedro Sánchez al liderazgo del PSOE descarta un envite así.
Santander y BBVA, mientras Caixabank digiere al portugués BPI, están atentos. El Popular, como casi todo, también es cuestión de precio. Ahora todos ocultan sus cartas y las jugarán cuando consideren más oportuno. Habrá sorpresas y entonces el Popular tendrá otro autor.
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