¿Es mejor ser empollón que buena persona?

Un tuit de no hace muchos días mencionaba un estudio que concluía que "la colaboración crea mediocres, no excelentes". Leyendo el estudio, me vinieron a la memoria dos vivencias recientes.

Primera: en una clase de segundo de ESO le preguntamos a un alumno excelente si a él trabajar con equipos cooperativos le parecía positivo y/o le ayudaba a aprender. La respuesta fue claramente negativa: "No, trabajando en solitario aprendía más matemáticas". Su maestra le volvió a preguntar: "¿Y no te parece que trabajando en equipo aprendes más cosas, otras cosas también interesantes: dialogar, ayudar, cooperar, hablar con público...?". El muchacho no dudó en afirmar que, efectivamente, era evidente que aprendía otras cosas, pero "son cosas que no es necesario que se aprendan en la escuela".

APRENDER A SER MEJOR PERSONA

Segunda: hace pocos días, una familia me contaba que estaba muy contenta de la escuela. "Tenemos un hijo en primero de ESO y una hija en quinto de primaria". El muchacho es, me decían textualmente, muy "aplicado", y desde que ha empezado a trabajar cooperativamente continúa aprendiendo mucho, pero ahora, aunque a veces se queje, también aprende a ser mejor persona. A la hija pequeña los estudios le cuestan más, decía la madre, tiene buenas habilidades para relacionarse y se preocupa por los demás; ahora, tal como trabaja, aprende mejor y le gusta más venir a la escuela. "¡Enhorabuena por lo que estáis haciendo!", concluía.

En la escuela, y en especial en la escuela obligatoria, ¿qué queremos decir cuando decimos "excelente"? ¿Qué queremos decir cuando decimos "mediocres"? Esta es la pregunta clave.

LOS ASPECTOS EMOCIONALES Y ÉTICOS

¿Es mejor ser empollón que buena persona? En la escuela, ¿sobre todo nos deben preocupar los aprendizajes racionales, manteniendo o dejando en un segundo nivel los aspectos emocionales y éticos? ¿Cuál es y cuál debe ser la misión de la escuela?

Yo diría que la respuesta es clara y está suficientemente fundamentada: hay que trabajar globalmente las dimensiones social, ética y racional. Separarlas pensando que se pueden trabajar de forma independiente, desde espacios diferentes, no podrá ayudar a crecer a personas preparadas para vivir en comunidad e implicadas en mejorar su entorno. Si creemos que una persona es más excelente porque tiene una de las tres facetas mucho más dimensionada que las otras dos, no vamos por el buen camino.

INDIVIDUALISMO Y FALTA DE COMPROMISO

La misión de la escuela es global. Por ello, la escuela excelente es la que trabaja y acompaña a los chicos y chicas en el desarrollo de estas tres dimensiones de forma armónica.

¿No será que hay personas e instituciones, también universitarias, que nos quieren demostrar que es mucho mejor y más eficaz el individualismo, la falta de compromiso con los demás y menos con los más débiles? ¿Son más excelentes una escuela y un sistema educativo neutros, que enseñen sin educar, que no transformen a la persona ni se impliquen en la constitución de un mundo mejor? ¿O más bien en estos casos sí habría que hablar, y con propiedad, de mediocridad?