ESTRENO DE UN FILME SOBRE UNA DISTOPÍA REALISTA

'El Círculo', síntoma de un malestar

La conversión del mundo en un gran 'reality' sin costes de producción provoca poco a poco malestar entre todos los que se ven expuestos a la sobreexposición de cámaras y pantallas

ENRIC PUIG PUNYET

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Este fin de semana se ha estrenado en España 'El Círculo', una costosa producción hollywoodiense que presenta una distopía realista, a la vuelta de la esquina. En el futuro próximo que retrata, la gran compañía tecnológica que da nombre a la película rige el mundo mediante la vigilancia omnipresente, que se ve reforzada por una exigencia ilusa o simplista: que todos y cada uno de los ciudadanos, convertidos ya en simples usuarios, practiquen y prediquen la completa transparencia.

Uno de los mensajes más sugestivos que 'El Círculo' transmite es la sospecha de que todos nos comportamos mejor bajo la presencia de un gran ojo que sigue cuidadosamente nuestras acciones. La protagonista, tras un episodio de desobediencia civil, no lo puede expresar mejor: "Cuando no estoy controlada, soy lo que no quiero ser." Esta es una idea que, a través de múltiples variantes, se va matizando mientras avanza la narración: la quimera se anuncia como una versión mejorada de nosotros mismos, una versión 2.0 de la humanidad que aflora cuando se halla bajo la presión colectiva de la constante mirada.

LAS ESTRUCTURAS DE PODER JUDEOCRISTIANAS

Esta es una imagen que de entrada nos estremece. Y no solo por su corte orwelliano, sino también por su semejanza con las viejas estrategias de poder judeocristianas. Pero en 'El Círculo', la imagen se presenta en una forma actualizada que nos es mucho más familiar, más admisible: el Gran Hermano se encuentra descompuesto en mil ojos diseminados, habilitados en los conocidos dispositivos de vigilancia que nos siguen por todas partes. Las cámaras integradas en ordenadores, teléfonos, televisores y vehículos exigen pensar sobre la vigilancia con más rigor, usando esa valiosa distinción que se da en lengua francesa: la 'surveillance', vigilancia desde arriba, no es en absoluto lo mismo que la 'sousveillance', vigilancia desde abajo. Esta distinción es la que provoca que '1984' sea hoy un escenario disparatado en cierta medida y que, sin embargo, percibamos las propuestas de 'El Círculo' como una realidad que está, si no ocurriendo ya, sí cuanto menos a un tiro de piedra.

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La propuesta es hoy especialmente pertinente, pues. Acomoda en un estado de normalidad la denuncia que hasta hace relativamente poco se había tachado de alternativa o paranoica. Rostros como Emma Watson y Tom Hanks consiguen emplazar la paranoia por el control en un lugar común, en la mente de todos. Logran que se instaure definitivamente como el aroma de nuestro tiempo.

REFLEJO DE GOOGLE, FACEBOOK O APPLE

Por supuesto, el hecho de que Hollywood se haya interesado por esta historia responde ante todo al éxito que ha cosechado la novela de Dave Eggers en la que se inspira. Y ni que decir cabe que tal éxito fue ya un síntoma del malestar generalizado que está empezando a despertar la sobreexposición de cámaras y pantallas, así como la centralización de los datos en manos de unas pocas compañías. Sin embargo, la película da un paso más allá en la puesta en escena, y es ahí donde realmente refleja un grado más de ese malestar: entre muchas otras posibilidades, Hollywood opta por mostrar el Círculo como un claro reflejo de empresas como Google, Facebook o Apple. Directivos con humildes tejanos, informalidad y esparcimiento en un entorno laboral bucólico, presentaciones corporativas convertidas en espectáculo: las referencias saltan a la vista.

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Parece que de alguna forma el viejo mundo se mofa de los iconos con los que se ha revestido el nuevo mundo. Las ya clásicas formas de poder, jerárquicas, altivas, que desde sus cúpulas majestuosas e inamovibles conducían las preferencias de la masa y producían las mercancías que consumir, fanfarronean y se ríen a carcajadas de esos nuevos dueños que se disfrazan de usuarios llanos para reforzar su discurso de horizontalidad. Se burlan de sus eslóganes: 'Todos valemos lo mismo'. Señalan la falsedad de las palabras de los portadores del nuevo orden, de su desfachatez al proponer que nadie puede decir a la gente lo que debe ver.

Su alternativa es lo que la película denuncia: la inutilidad de producir contenido cuando el sistema exige un acceso total a todo lo que ocurre en el mundo. El usuario tiene hoy la responsabilidad de dejarse ver, su transparencia total es el nuevo espectáculo. Pero hoy este discurso se tambalea: el malestar que ha producido la conversión del mundo en un gran 'reality' sin costes de producción se está apoderando poco a poco de todos los que se ven rodeados de ojos. Uno de los síntomas definitivos de ello es 'El Círculo', la gran carcajada de Hollywood, que contraataca con un sonoro "Sois como nosotros".