Los Presupuestos, la cooperación y la guerra en diferido
Cuando más tendríamos que invertir en acción humanitaria seguimos con unas ayudas estancadas desde el 2014
Miquel Carrillo
Representante de Àgora Nord Sud
MIQUEL CARRILLO
El Gobierno de España pretende duplicar su presupuesto de Defensa durante los próximos siete años. De momento, se ha acabado la ya clásica artimaña a través de la cual, con estivalidad y alevosía, conseguía añadir centenares de millones a la partida militar por la puerta de atrás, para pagar el programa patrio de renovación de armamento. El presupuesto para el 2017 incorpora ya, de saque, todos los fondos: este año nos costará un 32% hacer 'más seguro' el mundo, 7.635 millones de euros en total.
Trump se encargó de recordarnos días atrás el compromiso adquirido como miembros de la OTAN, para llegar al 2% de nuestro PIB en dicho rubro, e implicarnos más con esa seguridad planetaria. Nuestra querida ministra del ramo, maestra en prepararnos sutilmente para lo peor, avisa: sin defensa, de nada sirve asegurar la educación o el trabajo. Id preparando la cartera, en eso no valen crisis, que viene el coco con chilaba y hay que volver a defender Perejil, Tombuctú o lo que sea menester.
LA PEOR COYUNTURA
Eso es lo que se le supone a España. ¿La cooperación? ¿Qué tiene que ver la cooperación con la paz y todo lo demás? ¿Pero es que nos hemos vuelto locos? De remate. Por ejemplo: cuando más tendríamos que invertir en acción humanitaria, ante la peor coyuntura humana y ambiental de los últimos años, seguimos con un presupuesto estancado desde el 2014. El Estado le dedica 16,8 millones de euros a luchar contra emergencias tales como las lluvias torrenciales en Colombia o Perú. Pronto se conseguirá la misma cantidad organizando algún telemaratón, y uno no deja de sospechar que ese es el objetivo último de esta desidia, que todo se solucione a los ojos del público como si fuera una 'reality show' o enviando contenedores de ropa usada al Egeo. Pero qué buena gente somos en el fondo.
EL 0,7%
Los más viejos del lugar recordamos las acampadas para conseguir el 0,7% del PIB para la cooperación y convertirla en una política pública. La propuesta de presupuestos que llega al Congreso sitúa la Ayuda Oficial al Desarrollo española en el 0,21% (la media europea es del 0,51%) y, si no se hunde todavía más es por el compromiso de autonomías y entes locales, que elevan su aportación en un 56,57%, mientras la Administración General del Estado la recorta en un 1,8%. Curioso que quien menos competencia tiene a priori para con la acción exterior sea quien crea más en ella y, sobre todo, en otra forma de hacerla.
¿No hay ningún Trump que nos obligue a cumplir con ese 0,7%? ¿Seguiremos comprando el mensaje del miedo de nuestros supuestos defensores? Nadie con verdadero poder está dispuesto acabar con la espiral (del negocio) de la violencia, y la cooperación internacional no entra en la ecuación real de nuestra acción global, pese a décadas de fracasos estabilizando el planeta a punta de pistola. Los conflictos solo se acaban con justicia para todo el mundo, pero hay quien prefiere prepararnos para la guerra, aunque sea en diferido.
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