El lenguaje y la realidad

La madre de todos los males

Un anquilosado sistema educativo está en el origen de la desigualdad social en nuestro entorno

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LUIS MAURI

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A los periodistas siempre nos excita el hallazgo de un buen titular. El titular es el escaparate de la pastelería. Si te atrae, entrarás y pedirás. Si no, darás media vuelta y adiós.

Sí, un buen titular nos excita, nos pone. Una frase sintética, expresiva, rotunda, magnética, que impacte en el cerebro y emocione en el corazón. Las fuentes lo saben. Lo saben los directores de comunicación y también los propagandistas. ¿Y qué hacen todos ellos con esa sabiduría? Qué iban a hacer: meternos sus titulares, no los titulares sino 'sus' titulares, por los ojos. Tratar de que concluyamos, por pereza, desidia o ignorancia, que no hay un titular mejor que el que ellos nos sirven en bandeja. Para qué hurgar más; vaya chollo, ¿no?

Titulares como este: 'Estados Unidos lanza la madre de todas las bombas en Afganistán'. Un artefacto lingüístico construido, empaquetado y colocado en los medios a mayor gloria del complejo industrial militar estadounidense. Y también de la necesidad de la Administración de Trump de desviar la atención de los tropiezos y las mamarrachadas que jalonan su aún breve mandato.

El grotesco farol de la flota que Trump supuestamente había enviado a la península de Corea para disuadir al régimen norcoreano de sus delirios nucleares también dio sus buenos titulares: 'Corea del Norte, lista para ir a la guerra tras el despliegue de un portaviones nuclear de EEUU'. Lástima que la flota de la US Navy navegaba justo en la dirección contraria.

Otro titular prefabricado: 'La madre de todas las batallas ha comenzado', la frase con la que Sadam Husein amenazó en el inicio de la ofensiva aliada en la primera guerra del Golfo, en 1991. Otro farol monumental.

Está visto que esto de 'La madre de todas…' tiene un gran predicamento periodístico, sobre todo si connota belicismo. O confrontación: 'La madre de todas las marchas' de la oposición venezolana. 

INJUSTICIAS Y ABUSOS

En cambio, ninguna fuente, ningún asesor de comunicación, ningún propagandista nos vende titulares como 'La madre de todas las injusticias' (Óscar Sánchez, el lavacoches de Montgat confundido con un narco y encarcelado en Italia) o 'La madre de todos los abusos' (el escándalo de pederastia de los Maristas) o 'La madre de todos los desahucios o de todos los bullyings'... 

Estas 'madres' existen y están entre nosotros, no las fabrican en ningún gabinete de intoxicación. Están en el barrio, en el bloque, en casa. En el piso de la vecina maltratada por su marido y amordazada por un miedo atroz. En el del parado desde los 51 que jamás encontrará otro empleo. En el del abuelo que cobija y mantiene con su pensión a hijos y nietos…

en la escuela está 'La madre de todas las desigualdades'. En Barcelona, el riesgo de fracaso escolar en Ciutat Vella es ocho veces superior que en Sarrià-Sant Gervasi. Esto podría titularse también 'La madre de todos los males' sin riesgo de error ni de sensacionalismo.

DESIGUALDAD ESCOLAR

La calidad de la escuela española, y eso incluye a la catalana, está estancada desde el inicio de este siglo, pese a las declaraciones triunfalistas tan carentes de base como de vergüenza con que  el ministerio y la 'conselleria' recibieron en diciembre pasado el último informe PISA, que certificaba el anquilosamiento y la desigualdad que corroe el sistema educativo en España.

Podría pensarse que la inequidad es consecuencia de los recortes. No es cierto. El anterior informe PISA ya alertaba del aumento de la desigualdad escolar: el peso de la clase social del alumno en sus resultados creció casi el 25% en España entre el 2003 y el 2012. Este drama, pues, es previo a la crisis y al austericidio.

Solo hay que fijarse en qué asuntos suelen enquistarse las discusiones políticas sobre educación en este país: religión o laicidad, educación ciudadana, lenguas cooficiales… Todas ellas son cuestiones importantes, sin duda, pero ajenas a la calidad y la excelencia del sistema y, lo que es aún peor, son las únicas que acaban fijando los debates.

ESTANCAMIENTO INACEPTABLE

Una sociedad moderna, democrática y que aspira al bienestar social no puede permitirse ni el estancamiento de su sistema educativo ni, menos todavía, que este sea pasto de la desigualdad

No se trata de impedir a las familias pudientes que utilicen todos los recursos a su alcance (económicos, culturales…) para ofrecer a sus hijos la mejor educación posible. No se trata de igualar por abajo, ese hediondo fraude populista. Se trata de garantizar que el sistema público brinde a la sociedad entera, con independencia de la clase social de cada cual, una educación de la mejor calidad y excelencia. Pero tanto en esta materia como en la de igualdad de oportunidades, España y Catalunya merecen 'La madre de todos los suspensos'.