Pequeño observatorio
Las mujeres ya tienen nombre y apellido
Afortunadamente, los tiempos han cambiado y las casadas ya no son socialmente 'mujeres de'
Josep Maria Espinàs
Periodista y escritor
JOSEP MARIA ESPINÀS
Todos tenemos dos apellidos. Si no me equivoco, en otras culturas no es así, pero en el ámbito europeo es habitual que nos identifiquemos, legalmente y también socialmente, con la suma del apellido del padre y el de la madre. Esta doble referencia es la que consta en el registro civil.
Muchos ciudadanos no suelen pensar en el significado de los apellidos que llevan, apellidos que nacieron hace siglos y con los que se han identificado a lo largo de las generaciones. Es evidente que los que se llaman Fuster tuvieron un lejano ascendiente que se dedicaba a este oficio. Es el mismo caso de los que, aún hoy, se llaman Forner, Llauradó, Sastre, Sabater...
Añadamos los humanos que derivaron a identificarse con un hecho geográfico que les era cercano: Riu, Llach, Muntanyer o Montaner, Ribera, Vall, Pou, Serra... Y también en castellano están los Camino, Rincón, Valle, Montes, Fuentes, Pozo... Mi apellido, Espinàs, proviene de la Catalunya hoy francesa, donde un 'espinàs' era una zarza, una zarza que he visto reproducida en Costoja a los pies de una Virgen del Espinàs, victoriosa del Mal. En castellano, en cambio, dominan los nombres de persona: González, de Gonzalo. López, de Lope. Hernández, de Hernando...
Esto me ha hecho pensar en la importancia de los nombres, mejor dicho, de la palabra nombre en el vocabulario general. Muy a menudo la prensa nos habla de nominaciones. En política, en deportes, en concursantes de todo tipo. Un defraudador que se ha mantenido en el anonimato, y al contrario, unos actos de beneficencia que se mantienen en el anonimato discreto. Nunca supe por qué un compañero de escuela que se llamaba Zapata un día nos hizo saber que se había cambiado de apellido. A partir de ese día se diría legalmente Zabala. Toda una historia familiar despreciada.
Afortunadamente, los tiempos han cambiado y las mujeres casadas ya no son socialmente 'las mujeres de...' Ya pueden presentarse públicamente con su nombre y su apellido. El derecho privado y el derecho público a defender la identidad.
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