ELECCIONES AL RECTORADO DE LA UB

Una univesidad pública y de (màxima) calidad

La UB necesita abrirse más a la sociedad, demostrar que funciona mejor que la privada y sin perder compromiso social

Exterior del edificio del Rectorado de la Universitat de Barcelona (UB).

Exterior del edificio del Rectorado de la Universitat de Barcelona (UB). / periodico

NORBERT BILBENY

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Me preguntan por qué me presento a rector de mi universidad. Yo contesto: porque la quiero. Pero también: porque creo en ella. Si no creyera en la universidad pública, y de aspiración a la máxima calidad, no me presentaría al cargo. El nuevo rector de la Universidad de Barcelona tiene el doble desafío de hacer de esta un modelo de universidad -un centro de máxima calidad- dentro de otro modelo: el de la universidad pública, por el que tendrá que luchar.

Tiempo de recortes y populismos de derechas en Europa: malos tiempos para la universidad. Para combatirlos, debes amar tu universidad, y creer en ella como baluarte de la universidad pública y de excelencia. Hay quien opta en su programa por una gobernanza gerencialista y tecnocrática, de poca visión y bajo compromiso social como servicio público. Tendrá sus votantes. Pero los míos lo harán por un candidato que al buen gobierno de la universidad, eficaz y transparente, no tiene que llamarlo ‘gobernanza’, sino programa de gobierno de la universidad como organización profesional y con carácter público del conocimiento. 

La universidad no pertenece a la Administración, sino a la sociedad. Gracias a sus impuestos y a la confianza de los estudiantes, la universidad subsiste año tras año. Si la universidad es poco o nada tenida en cuenta, se hace daño a aquella, pero sobre todo a la sociedad. Porque estudiar, aparte de una oportunidad, es un derecho, y porque sin estudios no hay industria, no hay opinión democrática, no hay cultura. Tres cosas que necesitamos, ahora más que nunca, mientras navegamos por un mar pobre y tormentoso, pero en un proceso que carga de ilusión a nuestro país. 

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A pesar de todo, la universidad no está en la agenda de la política. O no está entre las opciones preferentes. Nos equivocamos. La Universidad de Barcelona lo hará recordar, y se debe recordar ella misma, que ha sido y es una universidad promotora del movimiento estudiantil, de la vindicación feminista, de la ecología, del antifranquismo. De la defensa de la lengua y la cultura catalanas. Ahora tampoco puede estar al margen -sin partidismos- de la voluntad democrática de regenerar la política, encontrar alternativas a la economía especulativa, atender la inclusión de refugiados y minorías, y abrir nuevas vías institucionales para el reconocimiento nacional de Catalunya.

Es necesario que la Universidad de Barcelona se abra más a la sociedad y esta se interese más por ella: por lo que es, lo que ha sido, y por su gran potencial de futuro. En términos generales, es la primera del Estado español en los rankings internacionales. Se lo está ganando a pulso, con el trabajo y la vocación de sus colectivos: estudiantes, académicos, personal técnico. Pero todavía puede y debe ir más lejos. En el plazo de cuatro a seis años hemos de llegar a estar entre las primeras 20 universidades europeas. El trípode Universidad generalista consolidada, más Barcelona, más iniciativa y constancia catalanas, constituye una suma idónea para llegar a la cima universitaria europea. Tampoco he oído a otros hablar de ello.

MOMENTOS DE CAMBIO

Y es que venimos de unos años, los últimos, de poco empuje de liderazgo, seguidismo de la Administración y una muy débil idea sobre el modelo de universidad. Ahora es el momento de corregir esto. Con cambios puntuales no se hará el cambio que necesitamos, si queremos ser una universidad pública y de máxima calidad. Cargos nuevos que fueron cargos viejos no lo conseguirán. Ya tuvieron su momento, su oportunidad. Ahora hay que abrir un nuevo ciclo en la universidad que haga política a lo grande. Tenemos el marco legal que tenemos, pero hay que convertirlo en instrumento de audacia para llegar más lejos y ser un modelo de revalorización de la docencia, internacionalización de la investigación y participación con los sectores económicos y sociales, como retorno a la sociedad del apoyo que ella da a la universidad. Tengo el deseo de hacer ver a todos que la universidad pública puede funcionar mejor que la privada, sin perder un ápice de su compromiso social. Y la Universidad de Barcelona es un ejemplo.

Todo lo que nos corresponde es una gestión rigurosa y transparente de los recursos materiales y una política con estudiantes, académicos y personal técnico que sea equitativa y, al mismo tiempo, adaptada a los intereses estratégicos de la universidad. Mi candidatura ofrece más de 200 medidas de gobierno que son necesarias y viables. Todo está  claro y especificado. Hemos evitado las vaguedades y las promesas que de antemano sabes que no podrás cumplir. Soy filósofo, y para mí la educación superior es algo muy serio. Soy profesor de Ética, y para mí detrás de cada universitario hay una persona. Y una ilusión. Si me votan, no los decepcionaré.