Netflix, a la caza del talento

EN LA TABLETA Un usuario viendo Netflix.

EN LA TABLETA Un usuario viendo Netflix.

XAVIER BRU DE SALA

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Pronto no quedará 'underground', o bien el 'underground' quede reducido a lo inasimilable, no por rebelde o antitodo, sino por cutre y deplorable. El resto cuenta con una nueva perspectiva: la oportunidad de pasar a todas las pantallas del mundo, vengan de donde vengan. En efecto, los cazadores de Netflix husmean la presa a la legua. Sin tabús. Tanto pueden tragar, y proyectar, producciones estandarizadas como, sobre todo, productos que a nadie le parecerían globales, o en efecto a nadie se lo parecen, ni siquiera a sus impulsores locales. De 'Black Mirror' a '7 años', los casos son ya innumerables. Y lo serán muchísimo más, tanto en series como en cine como en formatos híbridos que aún no imaginamos o no pensamos que tengan futuro en el consumo masivo. Para un productor de los de por aquí, de capacidad ciertamente reducida, que el cazador de Netflix llame a la puerta es poco menos que el anuncio de un premio extraordinario en la lotería de la distribución, y por lo tanto de los ingresos.

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Un gran pulpo de cien patas y mil ventosas recorre el mundo de la ficción. El propósito de Netflix no se limita abrumar con la oferta más diversa, sino a monopolizar hasta donde sea posible el talento y la innovación. Si hipnotizan a los segmentos más exigentes del público, los más ávidos de sorpresas y de contenidos no adocenados, el resto se añade solo. Para ello tan sólo había que transformarse en laboratorio gigante y global de creación. Las ventosas chupan, la cabeza financia, procesa y distribuye. 80 millones de pantallas. A la carta. Sin anuncios.

Hemos desaprendido a leer libros pero desciframos intrincados y hasta abstrusos lenguajes audiovisuales. Si hasta hace 20 o 30 años no leer estaba mal visto entre los jóvenes, ahora está peor visto ser un lego en series, y no entre los jóvenes sino de manera intergeneracional. Netflix es 'glocal'. Netflix puede ser muy crítico con el poder, también con la sociedad e incluso con el espectador. Por eso se lo gana.

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