Continuidad en las tendencias de fondo

El sondeo hace buena la máxima de que la corrupción no pasa factura, pero sí lo hacen las divisiones internas

El exsecretario general del PSOE Pedro Sánchez.

El exsecretario general del PSOE Pedro Sánchez. / periodico

ASTRID BARRIO

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El barómetro del CIS del mes de octubre, cuyo trabajo de campo se llevó a cabo en plena crisis del PSOE tras el convulso comité federal que acabó con la dimisión de Pedro SánchezPedro Sánchez, apenas ha aportado novedades respecto a anteriores barómetros y solo ha servido para poner de manifiesto la gran continuidad existente en las tendencias de fondo.

Las proyecciones siguen situando al PP como primer partido que además recupera terreno y que ve aumentar su ventaja respecto al segundo. En esta ocasión, la segunda posición ha vuelto a ser para Podemos, ahora en alianza con IU y con las confluencias, que logra de nuevo el 'sorpasso' y experimenta también un ligero crecimiento en estimación de voto.

El PSOE, por su parte, como ya ha había sucedido en diversos barómetros previos, queda situado en tercera posición y es la única formación que retrocede, y lo hace hasta situarse en su punto más bajo. Ciudadanos, en cambio, mejora ligeramente sus expectativas y sigue conservando la cuarta plaza, al tiempo que el resto de partidos menores como ERC, PNV o PDC mantienen sus expectativas y sus posiciones.  La distribución, por tanto, a pesar de las leves oscilaciones aunque algunas cargadas de simbolismo, sigue siendo la misma que tras las elecciones.

El PP ni parece haberse visto penalizado por casi un año de Gobierno interino ni tampoco por los recientes juicios vinculados a los escándalos de corrupción por los que se ha visto afectado, y eso que los electores siguen considerando la corrupción como uno los principales problemas existentes en España. En cambio, los socialistas sí parecen haberse visto afectados por su crisis interna, haciendo buena la máxima según la cual la corrupción no pasa factura (o pasa poca) pero sí lo hacen las divisiones internas como las que últimamente ha exhibido el partido socialista y que, sin duda, deben haber servido para reafirmar la percepción de muchos ciudadanos que siguen considerando que uno de los principales problemas de España son los partidos, la política y los políticos.

LA PARADOJA

Sin embargo, todo ello no deja de ser muy paradójico. Por un lado, tenemos a unos ciudadanos que son muy críticos con la corrupción, pero que la castigan relativamente poco, sin menospreciar el hecho de que el PP ha tenido un retroceso considerable desde el 2011 y que una parte muy importante del retroceso del PSOE también puede ser atribuible a la corrupción. 

Y, por el otro, tenemos que esos mismos ciudadanos que son muy críticos con la política, con los políticos y con los partidos, muy particularmente con su funcionamiento interno considerado poco democrático y poco cristalino, tienden a penalizar a los partidos "transparentes" que airean sus diferencias internas y que hacen públicos sus debates, quizá porque ven en ello no un sano ejercicio de pluralismo sino un signo de debilidad. Siendo así pocos son los incentivos para desterrar definitivamente las prácticas corruptas y menos todavía para abrir los debates internos a la sociedad.