Pequeño observatorio

El cántaro que nos borra la fatiga

El botijo forma parte de una cultura popular muy arraigada en las sociedades rurales

Un hombre llenando el 'càntir de l'any' con agua de la fuente de Sant Domènech en Argentona.

Un hombre llenando el 'càntir de l'any' con agua de la fuente de Sant Domènech en Argentona. / periodico

JOSEP MARIA ESPINÀS

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He recibido una información del Museu del Càntir de Argentona.Ahora se expondrá allí, de forma temporal, una producción de cerámica de Clemente Ochoa, un navarro que también es reconocido como pintor, escultor y grabador. Un expresionista que ha trabajado con diversas materias. Hace muchos años, cuando yo iba a Argentona para pasar el día con los amigos Rectoret, supe que se había creado el Museu del Càntir. El amigo ya no está pero parece que el singular museo ha ido creciendo. Me alegro mucho, porque el cántaro forma parte de una cultura popular muy arraigada en la sociedad rural. El campesino que iba al campo a trabajar se llevaba siempre el cántaro, generalmente de barro, porque la alfarería permite, por su transpiración, que el agua o el vino conserven la frescura, tan de agradecer cuando el sol lo abrasaba todo.

Era una escena casi lírica ver el campo con el brazo alzado y la aparición del chorrito que atravesaba el aire y formaba un arco perfecto.

También se hacen de vidrio y de metal, y en el museo de Argentona hay cántaros de todo tipo, pero como en tantas cosas, y no solo en los cántaros, la simplicidad es lo que proporciona una emoción más intensa . Y el lenguaje popular hace una afirmación de independencia cuando dice de alguien que «tiene alma de cántaro». Fresco y sencillo.

La noticia de la exposición de cántaros y pinturas de Ochoa en Argentona me lleva a recordar mi infancia feliz, los veranos pasados en Argentona, el popular tranvía que unía Argentona con Mataró, el lento levantamiento, en la plaza, de la carpa de la fiesta mayor, en la que conseguí, cuando yo era pequeño y profundamente tímido, no bailar con la niña de unos amigos de verano...

Confieso que no sé de dónde he sacado esta frase: «¡Si salen, cada día, cántaros de este pozo!» La admiración de un campesino, claro. Quizá la podremos adaptar: podemos sacar agua de la vida, cada día, mientras el pozo no esté seco.