Pequeño observatorio

Las dosis de rigor y de libertad

Sería lógico que los estudiantes tuvieran un tiempo de ocio semanal de su libre elección

Vuelta al 'Cole' en  la Escola Bogatell de Poble Nou de Barcelona.

Vuelta al 'Cole' en la Escola Bogatell de Poble Nou de Barcelona. / periodico

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Es una pregunta que muchos padres hacen a sus hijos en edad escolar: «¿Ya has hecho los deberes?». Yo pienso que está bien tener deberes en esta vida, y no me refiero a los económicos sino a los éticos. La sociedad no podría funcionar correctamente sin la aceptación de los deberes y de los derechos personales.

No haré la lista, porque no acabaría nunca si sumamos los deberes pequeños y los grandes. Tenemos el deber de respetar tanto las opiniones de los demás como el color rojo de los semáforos. El derecho de manifestarnos públicamente y el deber de no hacerlo con violencia.

Un tema polémico se ha planteado en Madrid: la imposición de deberes a los alumnos los fines de semana. Si la memoria no me falla, cuando yo hacía el bachillerato en los escolapios nunca nos dieron deberes concretos para hacer en casa. Hoy tengo la impresión de que los estudiantes trabajan más que en mis tiempos. Lo ha confirmado la periodista Celeste López basándose en un estudio de la OCDE que demuestra que los alumnos españoles son los que dedican más tiempo a hacer deberes en casa. Esto supondría que no se respeta dedicar la dosis necesaria a jugar y descansar.

Para los adultos, los fines de semana suponen la posibilidad de suspender, e incluso olvidar, la disciplina laboral de la semana. Sería lógico, creo, que como norma general los estudiantes pudieran disponer también de un tiempo de ocio semanal de libre elección. Un tiempo en el que se puedan manifestar unos intereses o unas aptitudes muy significativas de una vocación.

Yo tengo un buen recuerdo del bachillerato, tal vez porque los escolapios eran tolerantes con la desigual capacidad de los alumnos. Pienso que este trato comprensivo con los menos dotados o disciplinados no creó traumas en unos, ni un incómodo sentimiento de superioridad en los demás.

Más allá de la dosis de éxito, vale la pena tener en cuenta la frase de Montaigne«El coronamiento de los estudios es ganar en bondad y en una discreta sabiduría».