La cara de la abstención
El peor pecado del PSOE es enfrascarse en luchas de poder en vez de afrontar el único debate que importa a los ciudadanos: si investirá o no a Rajoy
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
El verdadero drama del socialismo español no es la imagen ‘guerracivilista’ que proyecta estos días, por letal que sea para su credibilidad como opción de gobierno. Tampoco lo es la impúdica disputa por el poder interno, común a todos los partidos aunque jamás de una forma tan descarnada.
El verdadero desastre, el que puede condenarlos a la irrelevancia política como no reviertan pronto la situación, es que, con media España pendiente de sus cuitas, los socialistas se hayan enredado en espurias disquisiciones reglamentarias en lugar de discutir abiertamente sobre lo único que interesa a la inmensa mayoría de los ciudadanos, voten lo que voten: si intentarán formar un gobierno alternativo al PP, por ardua que sea la empresa, o si por contra facilitarán la investidura de Mariano Rajoy.
Porque, aunque el detonante de la batalla del PSOE fuera la pretensión de los fieles a Susana Díaz de descabalgar a Pedro Sánchez de la secretaría general, como han logrado sin pasar por las urnas, su trasfondo es otro: la apuesta por investir a Rajoy y evitar las terceras elecciones. Nadie en su sano juicio que aspire a ganar unas primarias en el PSOE se atrevería a defender, siquiera como mal menor, la entronización del líder del PP en pleno juicio del ‘caso Gürtel’. Y nadie en sus cabales que ambicione sustituir a Sánchez como candidato a la Moncloa se expondría a sufrir un soberano revolcón en las urnas el próximo diciembre.
De ahí que el fratricida comité federalcomité federal haya soslayado este debate: los díscolos, partidarios de la abstención, rehúsan aparecer ante la militancia como cómplices de la derecha. Y de ahí, también, su plan de constituir una comisión gestora que posponga el congreso extraordinario durante tanto tiempo como sea conveniente y que, como en Fuenteovejuna, evite poner cara y ojos a una hipotética abstención socialista en la investidura de Rajoy. ¡Todos a una!
PANDEMONIO SOCIALISTA
El pandemonio del comité federal, decapitación de Sánchez incluida, puede condenar al PSOE a ejercer un papel subalterno en la política española. Quienes no saben gobernarse a sí mismos no están condiciones de gobernar a los demás.
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