Pequeño observatorio

Los ruidos de la noche y el T-7440

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Cuando ha oscurecido, he salido a la calle. Dicen que me conviene andar, que cuando llega la vejez la inmovilidad no es recomendable. Pero no salgo a la calle solo por disciplina, sino porque siempre me ha gustado pasear por la noche. La noche tiene una vida propia, no parece la hermana del día. Tiene unos silencios que son suyos, y unos ruidos que también son suyos. Y una luz propia, la luz de las farolas y la luz de las tiendas. Hay escaparates que no se apagan. Y las luces de los cafés que todavía están abiertos.

Me gusta ir de luz en luz, como si fuera una mariposa curiosa. Y me gusta que el silencio no sea total, porque me asfixia. Si de día el ruido de la calle es compacto, de noche un ruido es para mí un latido de vida. Me atrae el ruido distinguible, no masivo, el de un camión solitario que pasa, que siento cómo llega, crece y luego se apaga calle allá.

Estos camiones, que no sé de dónde vienen ni sé hacia dónde van, me recuerdan una de las experiencias más singulares de mi vida. Quería escribir una novela de camioneros, y me pareció que no podía escribirla si no vivía una experiencia. Y así me presenté en un bar concurrido por transportistas y una pareja aceptaron que fuera con ellos hasta Valladolid.

No me hicieron ninguna pregunta, no me pidieron dinero. La fraternidad anónima de los profesionales de la carretera. De regreso a casa escribí 'Combat de nit', una novela dedicada al camión T-7440. Con los dos camioneros compartí, carretera allá, respetuosos silencios y unas palabras justas. La cabina del camión era como un pequeño escenario, con dos actores expertos y un intruso, yo. El camionero mayor hablaba muy poco y el ayudante, joven, silbaba cuando descubría una chica pasando por el pueblo. Y yo, el intruso, tomaba discretamente notas, pero nunca me preguntaron qué escribía.

Sí, me gusta el silencio de la noche porque puedo sentir claramente el motor de un camión que pasa. Ahora los camiones cada vez son mayores. Como la añoranza.