Ahora es la hora

'Ningún sexo puede gobernar solo. Creo que una de las razones por las que ha fracasado de forma tan lamentable la civilización ha sido por tener un gobierno unilateral', Nancy Astor (1879-1964)

Parlon, en la presentación de su candidatura a liderar el PSC, el jueves.

Parlon, en la presentación de su candidatura a liderar el PSC, el jueves.

MARIA DOLORS RENAU / NÚRIA PARLON

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Afirma Victoria Camps, referente y amiga, que el siglo XXI tiene que ser el siglo de las mujeres. Lo cierto es que cuando ya llevamos 16 años de este nuevo siglo, las mujeres seguimos sufriendo discriminaciones tanto en el espacio privado como en el público. Estas desigualdades están íntimamente relacionadas con la división sexual del trabajo, que aún estereotipa en función del género, promoviendo situaciones de discriminación horizontal y vertical en los diferentes ámbitos de nuestra sociedad. En el primer caso, las mujeres continúan estudiando y/o dedicándose laboralmente a profesiones vinculadas con el cuidado (enfermería, magisterio, geriatría, etc.); en el segundo, seguimos constatando cómo, a pesar de la ley de igualdad, el techo de cristal se consolida y el acceso de las mujeres a cargos y puestos de decisión avanza con excesiva lentitud. La política no es una excepción.

Es cierto que la ley de igualdad, aprobada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en el 2007, marcó un antes y un después en la conquista del espacio político; pero también lo es que, a pesar de este instrumento legal, nueve años después, únicamente el 18% de las alcaldías catalanas están ocupadas por mujeres, y que tan solo el 34% de las concejalías catalanas tienen nombre femenino. Por lo tanto, todavía nos queda un largo camino por recorrer en la lucha por la igualdad de género. Y si a la ausencia de mujeres en las instituciones le cruzamos la variable orgánica, el camino se convierte en una odisea. Y quizás en esta falta de liderazgos femeninos encontramos algunas de las respuestas de la desafección política o de la distancia que se ha generado entre el electorado y los partidos tradicionales, en nuestro caso, entre la ciudadanía y el partido que nosotros queremos y representamos, el PSC.

El PSC necesita 'reconectar' con la ciudadanía, y para conseguirlo debe volver a ser 'útil' a la gente. Este debe ser el camino, la utilidad pública. En este sentido, el congreso que celebraremos el primer fin de semana de noviembre debe convertirse en el punto de encuentro para que, partiendo de las raíces fundacionales que nos unieron en 1978, iniciemos una etapa integradora, en la que los diferentes sectores y sensibilidades que han integrado el PSC, y que tenemos como denominador común un proyecto de país progresista, libertario, igualitario, inclusivo, justo y europeísta, relancemos el proyecto socialista desde la lógica de la cooperación, el diálogo y la tolerancia.

VOLVER A SUMAR ILUSIONES

La política lleva siglos siendo entendida como otra forma de hacer la guerra, de duelos constantes. Ahora se necesitan modelos de organización y de acción inclusivos que no impongan uniformidad ni jerarquías excluyentes, que dialoguen con la pluralidad de opiniones de los militantes y de la sociedad. Solo así, desde la integración, pero partiendo de la voluntad de cambio transformador, nos convertiremos de nuevo en el referente de la izquierda y el catalanismo en nuestro país. Solo así volveremos a sumar socialismos, volveremos a sumar ilusiones.

Pero para esta tarea debemos contar con un nuevo relato político. Como nos dice Mariane Pearl: "¿Quién controla las historias tiene el poder. Si tú convences a tu pueblo de que en Irak hay armas de destrucción masiva, lo llevas a una guerra, si una sociedad dice a las niñas que la ablación es buena, no necesita más justificación. Las mujeres deben hablar para que se conozca otra narrativa". ¡Que hablen las mujeres, que hablen las mujeres y hombres igualitarios y socialistas, que hablen!