¿Qué quiere Rajoy?
El líder del PP quizá busca un escenario de todos contra él en la perspectiva de unas terceras elecciones
Astrid Barrio
Profesora de Ciencia Política de la Universitat de València. Miembro del Comité Editorial de EL PERIÓDICO
ASTRID BARRIO
La semana pasada Ciudadanos hizo públicas el conjunto de condiciones que considera de imprescindible aceptación por parte del PP si este quiere empezar a negociar la investidura de Mariano Rajoy. De las seis condiciones planteadas, una hacía referencia a la reforma de la ley electoral, que tanto ha penalizado a Ciudadanos, y las cinco restantes se centraban en la lucha contra la corrupción (eliminación de aforamientos en cargos electos, limitación de mandatos, dimisión de los cargos públicos investigados por corrupción, eliminación de los indultos en casos de corrupción y creación de una comisión de investigación parlamentaria sobre el caso Bárcenas), una cuestión que no solo constituye uno de los ejes básicos del programa de Ciudadanos en clave de nueva política, sino que es también un asunto cargado de simbolismo cuando se trata de encarar una negociación con el PP, al igual que lo fuera para negociar con el PSOE en Andalucía.
Una semana más tarde, tal y como anunció el propio Rajoy, se ha reunido el comité ejecutivo del PP con el propósito de pronunciarse sobre dichas condiciones, pero en vez de ello la única decisión que ha tomado la dirección popular ha sido autorizar a Rajoy a iniciar las negociaciones con Ciudadanos. Que hayan tenido que transcurrir casi nueves meses y dos elecciones para que el PP haya aceptado empezar a negociar con C's resulta sorprendente. Ni que tuviese muchas más opciones. Pero lo que más sorprendente de este comité ejecutivo es que ni siquiera se ha molestado, tal como ha reconocido el propio presidente, en discutir acerca de las condiciones planteadas por Ciudadanos, menospreciando así al único partido que parece estar dispuesto a negociar con él.
Sin potencial de coalición
El PP, claro está, ganó las elecciones. Pero parece haber perdido de vista que cuando no se tiene mayoría absoluta, como es el caso, para gobernar no basta con vencer en los comicios: hay que disponer de potencial de coalición, es decir, debe haber partidos dispuestos a pactar contigo. Y el PP casi no tiene potencial de coalición porque nadie, a excepción de Ciudadanos, quiere pactar con él. En este sentido, no pronunciarse respecto de las condiciones de Ciudadanos y permitirse la burla de decir «podemos aceptar muchas cosas, o no» no parece ser la mejor manera de encarar unas negociaciones que deberán empezar hoy.
No haciendo nada, Rajoy ha conseguido posponer la decisión. A riesgo, eso sí, de disgustar a Ciudadanos, hacerle retroceder y colocarle de nuevo en la casilla del no. Aunque quizá sea eso lo que quiere el líder del PP. Teniendo en cuenta que también ayer el PSOE volvió a ratificar su negativa a investir a Rajoy y que en caso de producirse el debate de investidura esta resultará fallida, quizá lo que prefiera sea un escenario de todos contra él en la perspectiva de unas terceras elecciones. Porque si hay algo que ha quedado empíricamente demostrado es que Rajoy gana cuando no hace nada. Es decir , que gana cuando hace de Rajoy.
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