La función social de las bibliotecas

¡Cómo ha evolucionado el mundo de las bibliotecas! Es una institución antiquísima, que existía ya varios siglos antes de Cristo, y no acogía libros de papel sino una colección de tabletas de arcilla, en las que se grababan escritos litúrgicos, medidas astronómicas y algunos poemas. Las comunidades cristianas escribieron las escrituras.

Después apareció la imprenta y el papel como depósito de información. Nadie podía prever que los libros serían un objeto de gran consumo. Millones de ejemplares con los contenidos más diversos.

Recuerdo que cuando era joven, y estaba cumpliendo el servicio militar en Manresa, me instalé algunas tardes en la biblioteca de la ciudad. Era, sobre todo, un refugio silencioso y libre para poder leer y escribir. Más adelante, ya en Barcelona, la llamada Biblioteca Central me sirvió para leer algunos textos que me proporcionaban información sobre los pueblos de Catalunya, algo que quizá quedó justificado cuando decidí, muchos años después, que quería caminar por el país.

Y este hecho, las visitas a una biblioteca, se ha encadenado inesperadamente durante estos últimos años, con mi contacto con varias bibliotecas para hablar sobre las experiencias de mis viajes a pie. Y así he descubierto la importancia que tenían estos centros culturales más allá de la estimulación por la lectura. Se hacen exposiciones, se organizan conciertos, se convoca a los habitantes de esa población, de ese barrio, a participar en hechos sociales, en concursos... La biblioteca como núcleo de actividades integradoras.

Nunca olvidaré la escena de aquella mujer que había llegado hacía pocas semanas a una población y recogía, delante de mí, el carnet que acreditaba a su hijo adolescente como un nuevo socio de la biblioteca.

La biblioteca como espacio de interacción. Las bibliotecas que, más allá de la lectura, movilizan el sentimiento de comunidad.