LA CORTINA DE HUMO
La CUP en campaña
El ruido constante de los anticapitalistas, nunca positivo, es evidente que a Convergència y a Esquerra ahora les nubla la carrera hacia las urnas
En la anterior campaña de las elecciones españolas, hace solo unos seis meses, una pregunta era recurrente en los medios catalanes y hasta el antiguo diputado Quim Arrufat la respondió con sorpresa incorporada para muchos (especialmente en Esquerra): ¿los votantes de la CUP, ya que esta formación no se presenta en estos comicios, por quién se decantarán si acuden a las urnas? Arrufat, diputado en el grupo de tres que protagonizó junto a David Fernández e Isabel Vallet en la legislatura catalana 2012-2015, apuntó que, de votar, lo haría por En Comú Podem, la marca de Pablo Iglesias en Catalunya. Ahora pinta que ya no. Pero, de hecho, lo sustancial es que aquella pregunta de presuntos votos prestados ya casi no se formula. Ahora otra sale como sola: ¿cuántos votantes de aquellos que marcaron la diferencia y el salto cualitativo en escaños de la CUP el 27-S de 2015 persistirían en ello, de celebrarse ahora elecciones en Catalunya?
Los tortuosos procesos de decisión de la CUP, sus controvertidas decantaciones de voto y su constante protagonismo en los medios en clave de conflicto o de desestabilización de la mayoría de gobierno han ido generando una sensación de hartazgo que en el soberanismo se va generalizando más allá del ámbito convergente. Los de Artur Mas tuvieron un espejismo que duró poco más allá de David Fernández y del 9-N. Pero ahora Esquerra se suma al desconcierto. Los presupuestos del Govern eran la primera prueba de fuego de gestión para su líder, Oriol Junqueras. Confiaban que a ellos la CUP no les abortaría las cuentas. Y sí. De nuevo el núcleo duro se impuso, y personas que lo han vivido desde dentro aseguran que ahí controlan con mano de hierro unos pocos entre los que destacan Anna Gabriel y Benet Salellas. Así, con hartazgo por un proceder que han descrito de "maquiavélico y sectario", han abandonado el secretariado de la formación seis de sus 15 miembros. Y así la CUP, una semana más, ahora en plena campaña (como en la anterior, cuando vetaban a Mas como presidente), ha vuelto a ser noticia.
Casi no ha pasado ni una semana de la corta legislatura catalana en la que la CUP no haya sido protagonista por alguna bomba, bombita o bengala informativa. Y ese ruido constante, nunca positivo, es evidente que a Convergència y a Esquerra ahora les nubla la campaña. ¿Quién quiere votar por el barullo y cercanías? Y no me digan que esta no es también una forma de hacer campaña. La de los partidarios de aquello del "cuanto peor, mejor".
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