La ansiedad del Espanyol era evitable
En el minuto 29 del partido vivimos una jugada que simbolizaba, ella sola, el estado de ánimo del Espanyol: Gerard Moreno habilitaba a Hernán Pérez, este lanzaba la pelota contra el portero, intentaba salvar la jugada atrasando el balón desde el suelo, y a continuación dos o tres jugadores más del Espanyol trataban inútilmente de batir al Sevilla, con un chut al palo incluido. Parecía más sencillo marcar el gol que orquestar esa coreografía espasmódica e infructuosa. Pero los periquitos combinaban voluntad y ansiedad, y consecuente falta de tino.
Por suerte, en esos momentos ya había marcado Felipe Caicedo, y el Sevilla no daba demasiadas señales de poner en peligro el resultado. Pero faltaba mucho aún, y no podía darse por segura la victoria. De ahí, probablemente, que los jugadores del Espanyol siguieran evidenciando el nerviosismo con el que ya habían saltado al campo. Y que compartían con toda la afición sin excepciones.
El Espanyol ganó, y aunque la matemática aún no lo dice, parece que ha vuelto a salvar la categoría. Pero era innecesario haber llegado a ese estado de ansiedad y de urgencia y haber vivido con tanto susto esta jornada en la que una especie de milagro colectivo ha permitido que algunos de los equipos más necesitados de la cola consiguieran los puntos que les dan aire, alguno remontando dos goles en contra. Hace un mes o un mes y medio teníamos asumido que el Espanyol permanecería en primera división tras una temporada gris y mediocre más, pero ridículos e imprevisibles traspiés han situado al equipo de nuevo en el riesgo, de tal manera que ni el 1 a 0 contra el Sevilla es suficiente para desaparecer del todo de las elucubraciones.
Tapar agujeros
Pero bueno, los cinco puntos de margen permiten pensar que es muy improbable quedar de los tres últimos de la clasificación, y quizá alguien en el club podrá empezar a pensar en la lista de asuntos pendientes. El equipo lleva muchos meses a la deriva, sin ideas, en un aparente caos que, por supuesto, no es un buen argumento para la continuidad de Galca. De todos modos, me da la impresión que sería injusto atribuirle a él la única o incluso la máxima responsabilidad del desaguisado.
Tras esta victoria, llegaremos al derbi menos urgidos que el Barça, y espero que el último encuentro sea lo que el tópico define como “de trámite”. Pero no podemos dejar de lado que el Espanyol ha hecho una de las peores temporadas del siglo y que necesita tapar agujeros por todas partes. Y, con la mano en el corazón, nadie puede garantizarnos que la era de los Guerreros de Chen sea el final de tantas temporadas por olvidar.
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