Pericoscopio

Derecho a la queja

Fernando Torres marca para el Atlético el gol del empate contra el Espanyol.

Fernando Torres marca para el Atlético el gol del empate contra el Espanyol. / periodico

MANEL LUCAS

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El Espanyol está poco sobrado de fuerzas como para tener que enfrentarse dos semanas seguidas contra las ineptitudes arbitrales. Sé que es un recurso fácil ante los malos resultados rebotar las culpas en el árbitro, y que suena a rabieta. También sé que cuando un equipo ha perdido por 3 goles a 1 es más difícil aún tratar de justificarse por una decisión del juez. Y por supuesto, sé que poner el grito en el cielo por un error arbitral no va a modificar nada, sobre todo cuando ese grito, más que en el cielo va a caer en el desierto mediático y su eco va a sonar solo en las cuatro paredes de su casa y de la casa de cuatro correligionarios. Hay gritos que se oyen más que otros, claro está.

Y sin embargo, voy a quejarme, porque si la semana pasada las apreciaciones de Martínez Munuera fueron claramente decisivas para que el Espanyol pasara de una valiosa victoria a un empate insípido -dos errores, uno por cada área-, ayer la caída de Álvaro tras el empujón de Juanfran ocurrió en un momento clave, en que un penalti a favor del Espanyol podría haber cambiado el final del partido.

La liga es tópicamente larga, pero un punto o dos pueden ser decisivos; por eso el aficionado medio se indigna cuando el equipo pierde o empata un partido que debería haber ganado, y por eso una injusticia flagrante enciende los ánimos de tantos. Por poner un solo ejemplo: en el único momento de la historia reciente en que el Espanyol pudo haber entrado en la Champions, se lo impidió un silbato de un árbitro que anulaba un gol perfectamente legal. Un solo error en ese momento marcó quizá la trayectoria del club, o la modificó significativamente al menos.

Espero que esta reflexión se haga también puertas adentro del Espanyol, para que la buena marcha de las últimas semanas no reciba un golpe psicológico tras el empate del Málaga y la derrota del Atlético de Madrid. Los puntos perdidos no lo fueron solo por equivocaciones propias; hace varias jornadas que el Espanyol comete muchos menos errores que antes (ayer hubo alguno, pero ni punto de comparación a aquella sensación de pánico que tuvimos en meses pasados cada vez que los delanteros rivales se acercaban al área), y es bueno que no tengan un nuevo ataque de inseguridad.

Hace 15 días respiramos con la sensación de que el equipo estaba prácticamente salvado, y hoy volvemos a la [relativa] inquietud: es la ciclotimia de siempre. Aunque las cosas tendrían que ir muy mal para que el Espanyol sufriera, y sabemos que este equipo responde bien en los momentos dramáticos y se arma de épica.

Otra cosa es que sería interesante que Chen confirmara ya al director deportivo de una vez, y que este, con la tranquilidad de tener la plaza asegurada, se pusiera a trabajar sin demora para darle a la plantilla los toques necesarios, y que el año que viene sea de veras el principio de un nuevo tiempo.