Los jueves, economía
De pensiones y déficit
El factor demográfico es clave porque el sistema debe mantener un equilibrio entre cotizantes y pensionistas
Josep Oliver Alonso
Catedrático de Economía Aplicada (UAB) y codirector de EuropeG.
JOSEP OLIVER ALONSO
El déficit público en el 2015 (el 5,2% del PIB, unos 10.000 millones más de lo acordado), y el inevitable ajuste que se cierne sobre el próximo Gobierno, han vuelto a poner sobre el tapete el futuro de las pensiones. A ello ha contribuido Cristóbal Montoro al echar la culpa a la Seguridad Social, amén de a las autonomías, de aquel incremento.
Montoro es maestro del escapismo, distribuyendo a diestro y siniestro culpas, cuando ha sido su reforma fiscal la que explica el desaguisado. No voy a entrar en este aspecto. Me interesa más la creciente preocupación sobre pensiones, y las mentiras, medias verdades o simples ignorancias que se vierten en los medios. Permítanme comentar algunos aspectos del debate.
Primero, las pensiones las concede el Gobierno. Falso. Las pensiones son salario diferido. Parte del salario de los ocupados que, en lugar de ingresarse cuando se trabaja, se detrae para financiar las pensiones. Pero con el compromiso de que las próximas generaciones harán lo mismo en el futuro.
Fondo de Reserva
Segundo, la disminución del Fondo de Reserva, desde los más de 66.000 millones al inicio de la crisis a aproximadamente la mitad hoy, muestra que el sistema está en quiebra. Falso. Este fondo se formó tras los Pactos de Toledo en 1995. En ellos se decidió que, siempre que la Seguridad Social tuviera superávit y en lugar de permitir al Gobierno utilizar esos fondos, estos debían guardarse en una hucha. Esta decisión era la adecuada, ya que al tratarse de ahorro forzoso de los cotizantes, el fondo debería ayudar a garantizar, si las cosas fueran mal, parte de su pensión futura.
Y esto es, justamente, lo que ha sucedido con la crisis. Por tanto, el que los recursos del fondo se hayan utilizado para pagar parte de las pensiones es, justamente, lo que había que hacer. Para que tengan una idea de lo que significa el uso de esos dineros y su importancia, en el 2015 la suma del gasto en pensiones fue de más de 108.000 millones de euros a los que hay que añadir otras partidas de gestión y otras prestaciones, con lo que el total de gasto de la Seguridad Social se elevó a 119.000 millones. Bien, en ese mismo año, el Fondo de Reserva destinó unos 15.000 millones para pagar las pagas extras de julio y diciembre. En total, el 11,1% del gasto efectuado.
Tercero, las pensiones están hoy en peligro. Falso también. Lo que ha estado en peligro, y se ha corregido en parte, es un nivel de pensiones incompatible con la capacidad del sistema productivo para generar las cotizaciones necesarias. Dicho de otra forma, aunque la pensión media pueda considerarse modesta, el volumen de riqueza que debería tener acumulado un pensionista para generar una renta neta de 1.000 euros/mes (por 14 pagas), es importante. Si el tipo de interés fuera del 2%, el primer año de jubilación, el capital preciso sería de 700.000 euros; si fuera del 4%, 350.000 y si fuera, como pasa hoy con muchas inversiones seguras, del 1,2% (deuda a 10 años), superaría el millón.
OTRAS VARIABLES
A partir de ese primer año comienzan a jugar otras variables (revalorización, consumo de parte del capital, esperanza de vida). Pero este simple ejercicio indica que una pensión, incluso siendo modesta, puede ser generosa en relación a lo que ha aportado el cotizante a lo largo de su vida de trabajo.
Por ello las reformas del sistema de pensiones de Zapatero (ampliando el período de cotización a 67 años, entre otras modificaciones) y Rajoy (desvinculándolas de la actualización con el IPC y relacionando las nuevas pensiones con la esperanza de vida) han sentado las bases para la sostenibilidad del sistema. A costa, inevitablemente, de reducir las pensiones futuras.
Cuarto, la demografía no tiene que ver con las pensiones. Falso. El sistema debe mantener un equilibrio entre cotizantes y pensionistas. De cumplirse las predicciones demográficas actuales, el peso de los individuos de 67 y más años respecto de aquellos en edad de trabajar pasará del entorno del 15% en el 2015 a cerca del 30% en el 2045. Por tanto, en las próximas décadas algo habrá que hacer. O aumentar la productividad de los que trabajan, es decir, incrementar su capacidad de generar renta. O reducir la pensión futura, bien retardando la edad de jubilación o bien endureciendo los requisitos para conseguirla, en línea con las dos últimas reformas.
O, finalmente, aumentando la población que trabaja. Y ello solo se puede lograr, dada la dramática natalidad del país, por incrementos de inmigración y en la participación femenina o retardos en la edad de jubilación. O, lo que es más probable, una combinación de todos estos factores. Es verdad que la Seguridad Social ha sido responsable de parte del déficit. Pero, es una media verdad. Y, como saben, no hay peor mentira que las medias verdades.
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