'Nit i Dia' y 'El Caso'

XAVIER RIUS

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Hacer que el espectador comprenda al asesino que asfixia ancianas para vengase de su madre, interpelarle sobre si sería capaz de actuar de igual modo en caso de verse acorralado por las circunstancias; preguntarse qué sería capaz de hacer un padre para controlar su hija que perdió a la madre en un atentado; mostrar la doble cara del ejecutivo de éxito que humilla a sus subordinados y es un ser deleznable. Y todo ello unido por una serie en la que la trama criminal se entremezcla con la vida del juez o la forense, es el éxito de Nit i Dia. La serie que emite TV3 ubicada en la Barcelona actual, con unos personajes que sentimos muy cercanos, que tienen unos problemas similares a los nuestros, y una cara muy distinta según si están en casa, el bar o el trabajo, si es de día o de noche.

Tras años de series estadounidenses de ilimitados capítulos como CSI, Mentes criminales o Hawai 5.0, en las que cada episodio comienza y termina una nueva historia, en la que los policías y forenses descubren al asesino sin implicación emocional y sin que estos crímenes les hagan evolucionar, siendo esporádicos romances entre los agentes, la única trama que arrastran, TV3 nos deleita desde febrero con la serie Nit i Dia, creada por Jordi Galcerán y Lluís Arcarazo, que se emite los lunes. Estreno que ha venido acompañado del Caso en Televisión Española, que retrata los crímenes de esa España de los años sesenta que investigaba este peculiar e irrepetible semanario con unos métodos que hoy infringirían todas leyes.

Ambas series han tenido una excelente acogida al sentirlas el espectador cercanas y en las que la trama de los crímenes que investigan se cruza con las vidas de los agentes, jueces y forenses. Pero mientras el Caso es el retrato de unos crímenes, y unos métodos policiales y periodísticos de investigación de una España ya pasada, que a los que tenemos cierta edad nos evoca muchas cosas, y permite a los más jóvenes conocer cómo funcionaban las cosas en la España de los sesenta, Nit i Dia, más allá de la trama, interpela en todo momento al espectador con la pregunta de qué haría si se encontrará en las mismas circunstancias.

Tenemos al juez Cases, que interpreta magistralmente un Mario Gas que hacía tiempo que no se dejaba ver en la pequeña pantalla, acorralado por la inválida de su esposa, una Viki Peña amargada que ha sorprendido por lo convincente de su registro. Está el forense Aitor Otxoa (Miquel Fernández), que perdió a su mujer asesinada por ETA, y deseoso de proteger equivocadamente a su hija, traspasa una puerta de la que no podrá hacerse atrás, creando un perfil falso de Facebook con el que chateará con ella noche tras noche. Algo que muchos padres y madres habrá deseado hacer sin ser, afortunadamente, capaces de ello. Tenemos a la fría forense Sara Grau, que interpreta una enigmática Clara Segura, que se venga del desamor de su marido, el ejecutivo Lluís Forés (Pablo Derquí), con relaciones noctámbulas turbulentas. Tenemos al asesino, el bombero Marc Ramos, que vive con su madre, una lúgubre Carme Sansa, que salva ancianas de día y las mata de noche, interpretado por un enigmático Marc Martínez, que cuando está a punto de ser atrapado en el ascensor tras su último crimen, llega a generar la empatía del televidente para que no lo cojan.

Una serie de 13 capítulos, con muchas escenas rodadas en el Institut de Medicina Legal de la Ciutat de la Justícia y sus alrededores. Un organismo que nunca se detiene y en el que ningún día es festivo, exigiendo una gran cooperación de dicho organismo y sus trabajadores, y en el que se dieron situaciones como tener que interrumpir y repetir escenas, al sonar el teléfono de la Guardia de Urgencias e Incidencias, que siempre debe estar operativo.

Cuando se presentó la serie, su creador Lluís Arcarazo, remarcó que "no es un CSI a la catalana. No se estudian los procesos científicos, sino el impacto de estar en contacto permanente con el horror". Añadiendo que "el contraste es fundamental en la serie: entre lo que somos y lo que mostramos. Es una serie de forenses, de jueces, de policías, de delincuentes, pero también una serie de personajes que no enseñan exactamente como son". Y ciertamente que lo ha conseguido, y no será de extrañar ver pronto la serie doblada al castellano o al inglés en otras cadenas y que los trece episodios tengan continuación con otra temporada.

También hay forenses y cadáveres en El Caso que emite Televisión Española. Y mientras en Nit i Dia vemos ancianas asesinadas y como la forense se acuesta al día siguiente con el autor de los asesinatos, en El Caso la periodista Clara López (Verónica Sánchez) se cuela en la morgue una y otra vez con su compañero Jesús Expósito, interpretado sensacionalmente por Fernando Guillén Cuervo, toman fotos de cuerpo entero de las víctimas, y cómo Expósito, a solas ante el cadáver, se besa apasionadamente con la forense Rebeca Martínez (Natalia Verbeke), con la que tiene un romance.

En El Caso, que ubica por ahora sus capítulos en Madrid, también se mezcla la investigación periodística y policial con las vidas del periodista Expósito y la del comisario Garrido (Antonio Camacho), pues hay un crimen de veinte años atrás mal resuelto de una joven de la que ambos amigos. Y vemos evolucionar muy rápido a la joven reportera que encarna Verónica Sánchez, cuya vida matrimonial recibe un golpe muy fuerte, y lo supera y se curte investigando, analizando y narrando los crímenes y miserias de otros. Sorprende la capacidad narrativa con la que en la ficción al redactar sus artículos analizan, especulan y se interpelan porqué el asesino perdió la cordura.  Pero es que la prensa de esa España franquista totalmente sometida a la censura no podía analizar, especular ni cuestionar nada, excepto los motivos por los que alguien, hasta entonces aparentemente normal, mataba con un estilete, una soga o un hacha su vecino o a una prostituta.

Es de agradecer que El Caso reproduzca el personaje de la decana de la prensa de sucesos en España, Margarita Landi, que fumando su pipa, encarna la actriz Blanca Apilánez, la misma que hace de directora del CNI en El Príncipe. Pero tal vez encontraremos a faltar al otro gran periodista de sucesos de esa época, Enrique Rubio, que pese a vivir en Barcelona, fue parte fundamental del día a día del Caso.