Peccata minuta
Perito en suelos
Existen muchas maneras de lograr que un pequeño pueblo se convierta en centro de nuestro pequeño mundo: una catástrofe natural, un crimen pasional o que al pueblo le toque, enterito o enterita, el gordo o la 'grossa'. A Palafolls le ha tocado la triste lotería de aparecer en los medios gracias a las palabras de un individuo que, antes de hablar, era un anónimo concejal del PP, y ahora ya es mucho menos que nada. Si algo preocupó seriamente en los últimos años a Óscar Bermán, que así se llama el personaje, es el anonimato en que le tenía sumido su discreta condición de perito judicial contable. Y el hombre no ha ahorrado salidas de tono para salir a la luz pública. Entre sus lamentables 'hits' destacan la acusación de tibieza de su partido contra el independentismo catalán, la exigencia de que se derogue la ley de violencia de género, así como su rotunda afirmación de que, al lado de la España de hoy, la de Franco fue una Arcadia feliz.
Pero sus 'warholianos' minutos de gloria mediática se cumplieron el lunes, al sentenciar que, en una sociedad seria, la descerebrada y vaga incorregible Ada Colau debería estar limpiando suelos. (Vaga incorregible... limpiando suelos... no cuadra.) La propia Colau tuvo a bien recordarle al perito en suelos que ser alcaldesa y fregarlos es perfectamente compatible, aunque, en una sociedad seria, no debería serlo compaginar el cargo de concejal con la tara de clasista y misógino.
LA INVENCIÓN DEL MOCHO
Vaya por delante mi felicitación a las y los que tienen la fortuna de ganarse la vida barriendo, pasando la aspiradora o fregando suelos, ya que en una sociedad tan poco seria como la nuestra, tener un trabajo ya es todo un lujo. Puedo imaginar que en el imaginario (sic) del concejal Bermán, al pronunciar la expresión 'limpiar suelos', se le dibuje en el cerebro el trasero de una señora arrodillada que va sumergiendo y escurriendo el trapo en un cubo de agua sucia a medida que el pavimento se va tornando reluciente como el azogue de un espejo. El concejal Bermán debe ignorar que la invención del mocho o fregona, en 1959, hizo en su día mucho más por la dignidad femenina que sus actuales y mugrientas palabras.
No se me pierdan, por favor, en internet, el muy emocionante artículo que firma el periodista extremeño Raúl Solís, hijo de una mujer que a los 9 años, hija de republicanos, huérfana y analfabeta, empezó a limpiar suelos a cambio de un trozo de bacalao diario. Y, gracias a los muchos suelos señoritos que su madre pulió, él pudo asistir a la universidad, la universidad que ahora quieren privatizar -dice Raúl- para que volvamos a estar a la altura del estropajo de su madre. Ni se me pierdan tampoco el careto del tal Óscar: con la cara paga.
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