Un acuerdo que no es para los catalanes
Carles Campuzano
Conseller de Drets Socials.
Carles Campuzano / Barcelona
La incapacidad de la política española para dar una salida democrática a la cuestión catalana es infinita. Ante el principal reto político que tiene planteado el Estado español, el acuerdo que los socialistas y Ciudadanos han firmado para intentar la investidura de Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno, sólo es capaz de conjurarse contra un hipotético referéndum.... que es la propuesta que ganó las elecciones del pasado 20 de diciembre y que reúne la inmensa mayoría de las voluntades de los catalanes, tanto de aquellos que estamos por la independencia como para aquellos que defienden un encaje federal de Catalunya en España.
Y no es sólo que el acuerdo PSOE-C'S ignora y se enfrenta a la posición muy ampliamente mayoritaria de Catalunya, sino que la agenda catalana pendiente desde antes de la aprobación del Estatuto de 2006 y que explica, en buena parte, la legitimidad de la demanda soberanista, es absolutamente ignorada.
En el ámbito de la financiación autonómica, el acuerdo no es capaz ni siquiera de asumir la necesidad de garantizar el compromiso de hacer efectivo el principio de ordinalidad, para evitar que aquellos que somos los terceros en aportar recursos fiscales per cápita seamos los décimos en recibir los correspondientes ingresos per cápita, tal como viene sucediendo desde hace demasiados años. Y ya no digamos del hecho que el documento no hace referencia a ninguna de las deudas estatutarias del Estado con Catalunya o condonar la deuda vinculada al FLA. O ya no digamos con acabar con el déficit fiscal que asfixia la economía catalana y estresa la vida cotidiana los catalanes con unos servicios públicos insuficientes...
En el ámbito de las infraestructuras, que son las grandes ausentes de todo el acuerdo, cuestiones fundamentales para la competitividad de la economía catalana y para la mejora de la calidad de vida de la gente, tales como las inversiones pendientes en materia de Cercanías (4000 millones de euros) o como la prioridad del Corredor Mediterráneo, no tienen ni una triste mención. Realmente los diputados de C'S y el PSC escogidos por Catalunya no han trabajado demasiado estos días...
Y finalmente, el texto hace un enorme tufo a centralismo y homogenización cultural y lingüística. Socialistas y Ciudadanos comparten la misma mirada jacobina que les hace pensar que la prosperidad económica y la igualdad de oportunidades sólo se pueden garantizar desde un Estado central fuerte e intervencionista y que España es una realidad pensada fundamentalmente en castellano. Desde este punto de vista, las referencias a la reforma de la Constitución y al federalismo están hechas no desde la lógica del principio de subsidiariedad y la proximidad a los ciudadanos, ni tampoco desde la convicción de que el autogobierno es bueno y que la diversidad nacional, cultural y lingüística del Estado son una realidad viva, sino que hay que armonizar, igualar, homogeneizar, unificar, centralizar... y poner en cuestión, sutilmente, el modelo de consenso educativo catalán... Ay PSC, ¿dónde estás?
Nada nuevo, claro. Justamente en 2010 iniciamos un camino, cansados de esta política.
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