Ada Colau respira mal

Ada Colau respira mal cuando lee en inglés en público y se precipita al tomar decisiones cara a la galería. Lo primero se lo podría corregir Lionel Logue;lo segundo, se arreglará a base de fiascos. Intentar evitar los perjuicios ciudadanos de una huelga de transporte es una obligación de los responsables de TMB. En caso de que la alcaldesa no confiara en la capacidad de estos para solventar el problema, está claro lo que debería hacer; si ella había pensado una fórmula para evitar el paro, se la podía haber explicado a la presidenta de la empresa para ponerla sobre la mesa negociadora. Pero ni una cosa ni otra.

Colau creyó que los sindicalistas cederían por el privilegio de poder hablar de sus problemas con ella y le otorgarían el honor de salvar a la ciudad del caos. Al reconocer el fracaso de su mediación in extremis habló del ejercicio de la nueva política, cuando en realidad es solo un ejemplo de mala política. Quizá no calculó que el error no estaba en el resultado, sino en el gesto. La huelga del metro no es nueva, pero hasta la fecha las dificultades del millón de usuarios no movieron a la alcaldesa a convocar a los sindicatos. Pero el MWC todo lo puede y nadie quiere ser señalado como culpable de un cambio de opinión del señor Hoffman respecto de la sede ideal para su negocio. Más aún si una es sospechosa de albergar reticencias sobre la fiesta de la tecnología, como lo fue Colau.

La alcaldesa debió temer que la rectificación del primer día de mandato no hubiera despejado todas las dudas de su fidelidad al congreso y se creería en la obligación de exhibir un gesto que había negado a los barceloneses. Los 50.000 congresistas que podrían usar el metro no deberían llegar tarde a la feria. A los usuarios de casa siempre les quedará el consuelo de saber que en el MWC se presentarán modernos teléfonos para llamar cómodamente al trabajo cuando lleguen tarde debido a una huelga.