Editorial

Música más viva y menos clandestina

El ayuntamiento prepara una flexibilización de la normativa que acabe con el páramo legal de la música en directo

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Considerada como una de las ciudades insignes en el calendario mundial de macrofestivales, con poderosas demostraciones como el Sónar o el Primavera Sound, Barcelona ha condenado a la clandestinidad durante mucho tiempo las actuaciones en directo de músicos noveles en pequeños locales de la ciudad. A diferencia de otras grandes ciudades cosmopolitas donde se cuida la cultura emergente y alternativa, una rigurosa normativa somete aquí a un acoso severo a la música interpretada en vivo y en directo, lo que arruina trayectorias musicales prometedoras y pequeños negocios que se arriesgan a ofrecerles escenario. El equipo de gobierno municipal prepara ahora una flexibilización del reglamento que acabe con el páramo legal en el que se desenvuelven estas actividades y, mientras cumplan todas las garantías de seguridad, las descriminalice de una vez por todas. La iniciativa incluye también una mesa de mediación de conflictos donde participarán Guardia Urbana y vecinos para velar por la convivencia entre conciertos en directo y el legítimo derecho al descanso de los ciudadanos. La fijación de unos 'horarios responsables' debería procurar esa conciliación.

La riqueza y dinamismo musical de Barcelona no puede medirse solo por su demostrada capacidad para acoger eventos y estrellas internacionales, sino también por el fomento de su tejido creativo más próximo, aunque se desarrolle ante escaso público en la intimidad de un modesto bar de barrio.