LA CIUDAD QUE DERRIBÓ LAS MURALLAS

El ejemplo del Eixample de Cerdà

El ingeniero salvó el futuro de Barcelona y fue pionero al hacer del urbanismo una ciencia

JOSEP OLIVA CASAS

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Ya he señalado anteriormente la importancia para Barcelona de la bondad urbanística del Pla Cerdà del año 1859. Fue una gran suerte para la ciudad que se implementara este plan aunque se hizo a contracorriente de los estamentos barceloneses y, tal vez también, de la ciudadanía Era el diseño de un ingeniero urbanista frente al del arquitecto Rovira i Trias. Y es que nunca hay que olvidar que la arquitectura y el urbanismo son dos disciplinas apreciablemente diferentes porque la primera adopta el enfoque sectorial de las unidades-edificio y el segundo exige una visión global de la ciudad. No obstante, esto no impide que un arquitecto no pueda compatibilizar las dos visiones y que un ingeniero combine las dos disciplinas en el contexto urbano.

La segunda característica importante del buen urbanismo es la de intentar vislumbrar el futuro y, justamente, es lo que hizo Cerdà. Esto explica la estructura reticular de Eixample y la anchura de 20 metros de la gran mayoría de calles por la aparición del la movilidad mecánica. El contraste lo proporciona el diseño radial y las calles de 12 metros del Plan del arquitecto.

Los antecedentes del Plan fueron los problemas de la ciudad formada exclusivamente por lo que ahora conocemos como Ciutat Vella, rodeada por las murallas que impedían su crecimiento sobre la planicie próxima. Hacía años que Barcelona luchaba para obtener el permiso de Madrid para derribar la muralla. Se emprendió una campaña con el grito de "abajo las murallas". La aprobación del Gobierno central tardó 13 años en hacerse realidad y, curiosamente, después se impuso el diseño de Cerdà cuando la ciudad, insisto, apostaba por un Plan de peor calidad. Mi interpretación es que coincidieron dos incompetencias: cada parte quería implantar su plan sin saber discernir la calidad del uno y del otro.

Ahora bien, hay diferencias entre el Plan y su realización. La principal modificación, muy negativa, fue que los interiores de manzana estaban previstos como jardines pero en muchos se construyeron naves industriales. El perjuicio fue muy grande porque en la ciudad mediterránea, sobre todo la grande, los parques son imprescindibles. El resultado es que el Eixample padece un déficit de parques. Por otra parte, Cerdà solo previó construir dos de los cuatro lados de la retícula. Probablemente se sintió impresionado por las malas condiciones higiénicas de la ciudad antigua con calles estrechas, edificios altos y viviendas sobreocupadas. No obstante, procuró que muchas calles tuviesen edificación continua que es la que "hace ciudad". Haber construido los cuatro lados ha supuesto un aumento de densidad y esto ha contribuido al gran éxito urbano del barrio donde todo el espacio público goza de vida urbana y está lleno de tiendas. Se puede degradar esta situación si se va implantando la modernidad de los grandes centros comerciales que, lentamente, eliminan el pequeño comercio. Especial mención de los chaflanes que caracterizan el barrio y favorecen la visibilidad del tránsito rodado.

Me permito comentar lo que considero un pequeño defecto del Eixample. Se trata de un aspecto sociológico que, probablemente, quedaba fuera de la mentalidad del ingeniero. En la ciudad hay que combinar el espíritu de barrio o comunidad próxima y el anonimato de mucha gente desconocida. El Eixample es bastante extenso y con un tratamiento muy uniforme que dificulta la creación de pequeños entornos de vecindad. Placitas convenientemente distribuidas favorecerían lo que se produce en ciudades pequeñas o barrios (Gràcia es un buen ejemplo). Estas subcentralidades las tendrían que tener los nuevos barrios construidos desde los años cincuenta del siglo pasado para no ser tratados de puras periferias. Sería adoptar la cualidad fractal por la cual cada parte refleja la globalidad de la ciudad.

Algún pequeño comentario crítico es fácil de hacer desde la distancia (han pasado 156 años desde su redacción) pero la valoración global es bien positiva. Se puede decir que a mediados del siglo XIX Cerdà salvó el futuro urbano de Barcelona y, además fue pionero al hacer del urbanismo una ciencia.

Para acabar, no puedo dejar de insistir en el caso de las Glòries. Colocar un parque de 14 hectáreas. En este punto singularísimo es un enorme disparate urbanístico que hará que Barcelona pierda una doble oportunidad: 1) gozar de un gran foco urbano central y, 2) ofrecer una imagen icónica de la ciudad. También sería la perfecta culminación del Eixample. ¿La política municipal lo impedirá?. Si es así, me atrevo a augurar que se caerá en un error histórico. Queda dicho.