Escepticismo, la mejor contrapropaganda
Joan B. Galí
Director de la revista cultural Atzucac.cat
JOAN B. GALÍ
Ha servido siempre para vestir de seda las causas más oscuras. Un atuendo que seduce por su tejido mítico y sus acabados épicos. Enfundado en él todo vale para luchar por "la causa", ya sea la del tercer Reich, la dictadura del proletariado o la Yihad. Deslumbra. Estado Islámico es el último gran genio creativo en esta disciplina, la propaganda. A través de nuestros propios medios (Internet) y de nuestra producción cultural (películas y videojuegos) ha hilado el 'leitmotiv' propagandístico de su lucha. Las pantallas se llenan de su utopía dogmática, irresistible para muchos jóvenes que abandonan sus hogares para irse a Siria a coger un Kaláshnikov. No tienen nada, ellos lo prometen todo.
La única forma para contrarrestar su magnetismo es esa actitud tan inglesa y periodística llamada escepticismo. En este sentido creo que podemos sacar al escenario a Manuel Chaves Nogales (1897-1944), que supo mantenerse en el poco habitado limbo que había durante la Guerra Civil entre la propaganda roja y la fascista. El periodista de Sevilla no se vendió a ninguna ideología y en sus relatos arranca brutalmente la máscara de cada bando exponiendo el rostro de la barbarie. Nos viene a decir algo así como "Desconfía de todo lo que reluce". Otro periodista que vivió los estragos de esta guerra en su carne (literalmente, recibió un balazo) fue George Orwell (1903-1950). Este sí luchó por un bando, bien explicado en 'Homenaje a Catalunya' donde desmitifica muchos de los ideales de los dos frentes. Más tarde el británico escribió la historia de ficción sobre propaganda por antonomasia: '1984'. En esta distopía el partido Ingsoc, de cariz socialista y dictatorial, construye la realidad de un estado a base de represión y bombardeo propagandístico. El relato constituye una crítica a los absolutismos. Nos explica como des de la violencia ideológica se puede llegar a suprimir el propio pensamiento o, como diría el Gran Hermano, el "doblepensar".
El objetivo del yihadismo en este sentido son las mentes más dúctiles y maleables, las de los jóvenes y los desplazados sociales. Unos aún proyectos de persona buscando dar sentido a su entorno y en constante cabreo con el mundo. Otros que a los que se les ha negado una vida digna por su condición de inmigrantes. Muchos faltos aún del resorte intelectual del que hablábamos que solo podrán adquirir de una manera: con la educación e integración. Devorando saber en todo su espectro y formato: ver, escuchar, discutir, leer sobre distintas formas de pensar. Propiciar a toda costa que esta actitud cale des de la más remota de las 'banlieues' a los barrios de chalés y torres. Que se siga el camino de estos periodistas reforzando a golpe de cultura el sano escepticismo.
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