'Strenge'
Josep-Maria Ureta
Periodista
JOSEP-MARIA URETA
El anuncio del presidente de Volkswagen, Matthias Müller, de que la trampa descubierta en los programas de millones de sus vehículos diésel obligará a tomar «decisiones dolorosas» ha remitido, por su parecido, a lo que anunciaban los gobernantes de los países capitalistas más débiles ante el cataclismo financiero provocado por la codicia de Wall Street y filiales. Ahora es la primera industria de las industrias globales, y además alemana, la que recupera esa expresión. ¿Austeridad en VW?
Por el peso de la marca (202.000 millones de facturación, 600.000 empleados, 10.000 millones de beneficios) y porque sucede en la Alemania que predicó para otros pero no para sí la doctrina de los ajustes, -hay que reconocer que los aplicó cuando el país aún iba bien-. No es dificil imaginar, por la cultura empresarial alemana y no digamos de VW que, con la sutileza posible, las restricciones empezarán por las filiales. Lo único exigible es la racionalidad: si harán falta ingresos extras para afrontar multas y planes de revisión, no hay que perjudicar demasiado lo que mejor funciona y garantiza ventas. Martorell tiene esa baza, que no equivale a ganadora. En alemán hay muchas maneras de decir austeridad, como strenge, que suena a estrechar. De eso sí entendemos.
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